Pongamos que hablo de Madrid

Comunidad de Madrid.
Comunidad de Madrid.
Como bien dice Sabina, Madrid una ciudad invisible pero insustituible, invisible porque así la hacen los que mangonean y desprecian a siete millones de habitantes que día a día nos esforzamos por conseguir ni más ni menos que lo que nos corresponde, luchando desde el punto de la mañana por sacar nuestras vidas adelante, allá donde se crucen los caminos... pongamos que hablo de Madrid. Donde el mar no se puede concebir aunque después de los despropósitos de nuestros gestores rizando el rizo con el único objetivo de saciar su ambición desmesurada, su incompetencia supina y su falta de rigor de primero al último, lejos de resolver los problemas de los ciudadanos, inmersos en sus luchas de poder y de egos de políticos insustanciales, gastando lo que no tenemos mientras las colas del hambre serpentean por los rincones del célebre Madrid. Donde regresa siempre el fugitivo, permitiendo el anonimato y la libertad de movimiento. La grandeza de una ciudad mágica donde millones de personas de diferentes orígenes son siempre bien recibidos, de forma temporal o permanente, pues bien, regresar para votar en el momento menos indicado del mundo por puro capricho y deslealtad de los gobernantes cargando al bolsillo de los extenuados contribuyentes sus derroches y desmanes. Votar porque ellos lo digan si, porque no les ha salido bien la jugada ni han sabido gestionar el duro y difícil momento por el que estamos pasando, en definitiva votar si, siempre, para que, al menos nos oigan y dejen de ningunearnos. Después del año tan tremendo para todos los ciudadanos cuando empieza a vislumbrarse a lo lejos un atisbo de esperanza, vemos un país arruinado, un paro insuperable, un futuro arrasado, ayudándonos desde fuera para poder sobrevivir y, como si no fuera con ellos, en mitad de la tormenta, despliegan su batería de malos modos, de mala gestión, de inquina personal como si las personas fueran algo colateral ahí en la sombra, no importan nada ni a nadie, sólo se importan ellos, desde su atalaya no se les ocurre pensar en reflotar, en industrializar, en recolocar, en replantear, en formar, en crear empleo, en cuidar de la sanidad y sus heroicos y altruistas empleados, muchos temporales para toda su vida. En sus profesores dejándose la piel por formar y adaptar las circunstancia con medios y sin ellos. En un plan de vacunación improvisado por momentos en el que, cuando menos te lo esperas, roban vacunas sin que haya consecuencia, aquí solo se importan ellos y sus circunstancias y, mientras tanto en Madrid como bien dice Sabina: Los pájaros visitan al psiquiatra Las estrellas se olvidan de salir La muerte pasa en ambulancias blancas… pongamos que hablo de Madrid.

 

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