El ungido

Crítica al Presidente del Gobierno por sus continuas mentiras

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

Me había marcado el objetivo, que hoy incumplo, de no hablar nunca más del Dr. Sánchez, presidente actual del Gobierno de España y por el que gente de mi entorno afea mi actitud al decir "me cae mal". Nada más lejos al deberle la vuelta a la fe que perdí en los siete años de convivencia, aprendizaje y adquisición de cierta cultura, digamos racional, que incubé siendo interno en un colegio de Jesuitas.

La razón, haber sido testigo del acontecimiento asombroso de su advenimiento y ascensión a la primera magistratura ejecutiva de España, hecho cuanto menos milagroso y similar al que describen los Evangelios cuando el Espíritu Santo derramó sobre las cabeza de unos pobres y analfabetos pescadores todas las lenguas y sabiduría que les llevaría a conquistar con la "verdad" el Reino de Dios.

Ello comenzó de manera premonitoria al elegir sus padres el nombre de "PEDRO", etimológicamente proveniente del latín Petrus y cuyo significado en español "piedra", es indicativo de la estolidez y dureza comparable al diamante de un jeta que, un ser "normal" y expuesto a situaciones abracadantes no soportaría.

Ciertamente que aquí terminan las similitudes porque el "UNGIDO", a quien me he permitido la licencia de comparar con aquellos santos varones resultó un producto fallido desde el principio, posiblemente por una alteración psicofisiológica que podríamos describir como de “refractancia a la verdad” que dio al traste con la esperanza con que fue "recibido" por algunos.

Alteración que lleva consigo situaciones muy complicadas dada la importancia del sujeto, cabeza visible del gobierno que rige nuestros destinos y criatura de la que todos, incluidos sus incondicionales admiten que nunca expresa en verdad lo que ¿"piensa"?, si es que alguna vez pensó en algo que no fuera él y llevando a que Oposición, diferentes Órganos del Estado, Ciudadanía etc. estime hará siempre lo contrario de cuánto dice, situación kafkiana pues, si en algún momento y circunstancia muy grave dijera por despiste una verdad, podría poner a España en una situación irreversible suponiendo no haya ocurrido ya.

La relación interminable de faltas continuas y sistemáticas de un individuo que se revuelca con gozo en las heces de sus propias mentiras le han llevado a ser considerado en España y Europa como un personaje grotesco, sean la obtención de un doctorado versión copia-pega; gestión del gobierno que dice presidir de la terrible pandemia del coronavirus, adobada esta de mentiras que actualmente continúan con muertos aún pendientes de relación y contabilización; responsable de ese gobierno que, además de incluir sujetos antisistema se apoya en bandas separatistas y golpistas cuya intención es disolver el Estado y sus Instituciones; consideración como socios preferentes a compadres de asesinos de sus propios compañeros al tiempo que descalifica los acuerdos del PP con VOX, partido del que dice es la ultraderecha que criminaliza por estar en contra de la inmigración "por ilegal, no integrada", defender la igualdad de hombres y mujeres ante la Ley y rechazar el estado "actual" de las autonomías. Parece serle más democrático pactar  con herederos de asesinos cuyas manos chorrean sangre o con bandas cuya intención que no ocultan, es la desaparición del Estado y con quienes repitió hasta la saciedad nunca pactaría; gestión económica penosa con resultado de una inflación galopante con alimentos, combustibles y energía impagables, responsabilidad que descarga con impudor y desahogo en Putin; y recientemente, en el colmo de la ignominia exigiendo a Su Majestad D. Juan Carlos explicaciones sobre asuntos judicialmente resueltos.

En definitiva y en mi opinión, se trata a todas luces de un impostor, un inmoral que utiliza la mentira como recurso para medrar, enganchado al poder como un yonki que ha fumigado cuanto se podría entender de valores éticos llevando de paso su alma al vacío más absoluto por la esclavitud que suponen sus incumplimientos, e infectando a una parte de la población con la carcoma disolvente de la mentira que intenta inocular en los ciudadanos la correlación directa y miserable entre un estadista y un mentiroso.

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