La estrella de la Sagrada Familia nos ilumine

Sagrada Familia en Barcelona
Sagrada Familia en Barcelona

Una emblemática estrella se iluminó en la Torre de María de la Sagrada Familia como hito histórico en el más que centenario inicio de la obra que se remonta a 1.882, la cual fue encendida simbólicamente el día de la Inmaculada. 138 metros de altura del pináculo que la sustenta, 5,5 toneladas de peso y un coste de 1,5 millones de euros.

Un día histórico tanto para el monumento, la Ciudad, y todo el mundo católico, lugar donde se congregaron personalidades tanto de la política, como de la plural sociedad civil, y al que se sumó el propio Pontífice desde el Vaticano. Una ausencia institucional incomprensible fue la de la Alcaldesa, que solo se explica por su elevada “alergia” a todo o que suene a religioso, pues deberá entender que así vende más a su particular “parroquia” que lejos de la moral, esta más por su particular y cuestionada “ética” de la ocupación, los top- manta y otras inconscientes aventuras quijotescas –aún despreciarando olímpicamente a Çervantes a pesar de elogiar al archivo de cortesía que éste manifestaba de Barcino-; todo ello sin importarle la inseguridad jurídica que tal populismo acarrea y afecta en definitiva a la economía de la ciudad y consecuentemente a los sufridos habitantes.

Con el encendido y el haz de luz emitido por la estrella, da una sensación de esperanza que buena falta nos hace en esta eterna pandemia y crisis social, económica y política, al mismo tiempo que representa la casi culminación de un símbolo religioso de primer orden, pues no ociosamente el Catolicismo es uno de los “pilares históricos fundamentales de Occidente” (sin el cual obviamente, no puede explicarse la Historia) pese a que erróneamente quiera negarlo esa actitud tan obcecada y visceral que vemos últimamente en la izquierda, la cual se acentúa más dependiendo de su extremismo, y que dice mucho tanto de su “intelectualidad” como de su clara distorsionada “visión” del mundo real que pretenden gobernar; quienes en clara miopía, deben ver un mero kiosco o un circo cuando miran las múltiples iglesias existentes, ignorando que a los que representan esos templos, tienen también la mala costumbre de “votar”. Supongo que el craso error deviene de leer con ojos de “lince” en la Constitución lo de “estado laico”, con lo cual ya zanjan simplonamente la cuestión. Deberían buscar más hemeroteca y recordarse de la inteligente frase de Felipe González en su día que vendría a resumirse en una máxima: “Nunca te enfrentes a la Iglesia Sancho, para no topar con ella”.

Tampoco es ocioso el discurso del propio Pontífice al encomendar de manera especial a aquellas personas que desempeñan roles de mayor responsabilidad, “recomendando hacer una sociedad habitable y acogedora para todos”. Es obvio que se estaba refiriendo a la pobreza y a ese tan necesario foco de luz que permita iluminar la oscuridad “gubernamental” lamentablemente reinante de quienes en pro de unos ilusorios e irrealizables sueños, cuestionando la misma legitimidad- previamente aceptada por ellos mismos en el contexto de una sociedad civilizada con unos principios y valores propios- , y pisoteando la “legalidad” que pretenden “regalizar”, fraccionaron, dividieron y enfrentaron a la sociedad que tenían que representar, llevando a la misma a uno de los peores momentos socio políticos y económicos de la historia reciente. Unos irresponsables que lejos de rectificar, incluso ahora persisten en una destartalada y alocada hoja de ruta hacia el precipicio, y cuyo resultado final, será aún dejarnos en peor situación de la que ya han conseguido como buenos “tiranos” de manual ya perfectamente retratados en Las Partidas de Alfonso X el Sabio; quienes después de hacer los ilícitos penales, piden -aunque digan a la vez que reniegan- excepcionales libertades y exigen imposibles amnistías típicas del mundo romántico medieval al que aspiran en su clara revolución involucionista. Ya lo dice el dicho: el hombre, es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra.

Si la luz es sinónimo de iluminación, ellos lo son de las fuerzas oscuras como buenos peliculeros que ejercen, haciendo lamentables guiones en los que los únicos protagonistas pretenden ser ellos mismos y esa parte minoritaria social de votantes y otros palmeros de estómago agradecidos que representan, cuya mayoría parlamentaria solo se explica por el sistema d´Hont que increíblemente ningún partido nacional muestra meros indicios de pretender cambiar, y que sería la más rápida y práctica solución para que esa democrática anarquía deje de campear y marear la perdiz llevándonos a un punto sin retorno como la Historia ya nos ilustra, lo cual a su vez, dice mucho de toda la clase política nacional que nos gobierna. Película que obviamente tampoco compra el “statu quo” mundial como ha quedado patente en los últimos lamentables años de enorme deterioro internacional que han causado en la imagen y marca de Cataluña.

En definitiva, que la luz de María nos ilumine que buena falta nos hace, tanto para el futuro nuestro, como especialmente para el de ellos, para no tener así que repetir lo inevitable en un estado social democrático de derecho, donde la oscuridad “permanente”, ni está ni se le espera, y que solo de forma provisional y por mera extraordinaria sensibilidad democrática se tolera.

Una última reflexión dentro de este acoso visceral constante a todo lo que represente religión Católica por parte de esos concretos políticos, que para caminar más livianos, es obvio que optan por dejar la cabeza en casa, - acoso que no ocurre curiosamente con otras confesiones , pues a la generalidad del resto, las miman y felicitan públicamente en sus conmemoraciones trascendentales-, y sería la siguiente: “ tanta energía que ponen en hacer residual o intentar incluso eliminar nuestra religión como asignatura escolar – no así otras que promueven-, ¿no sería más procedente e inteligente promover una asignatura tan básica como es la Constitución? . Ello, nos evitaría pardos panoramas políticos y sociales como a los que hemos sufrido y seguimos sufriendo de gentes reclamando derechos inexistentes y manipulados por unos temerarios aventureros algunos de ellos ya sentenciados. La pregunta deja su vez un vacío preocupante que recuerda la principal y conocida reflexión y afirmación de Hamlet respecto a Dinamarca, y donde tal vez la verdadera respuesta tendríamos que encontrarla en el propio Otto V. Bismarck y sus lapidarias frases de nuestros políticos, esos que son los que más necesitan ese rayo de luz.
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