Los funcionarios de prisiones denuncian que carecen de formación para prevenir el yihadismo en las cárceles

Solamente se imparte un cursillo para los Grupos de Control y Seguimiento y ni siquiera llega a la totalidad de la plantilla

Operación de la Guardia Civil contra yihadistas vinculados a los atentados de París.
Operación de la Guardia Civil contra yihadistas vinculados a los atentados de París.
  1. El grupo de vigilancia, vulnerable 
  2. Fracasos, amenazas y redadas
  3. Amparados por su esfuerzo y una tenue esperanza
Manifestación de ACAIP.
Manifestación de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP).

La de los funcionarios de prisiones y la Administración es una historia que siempre empuja a los trabajadores a ubicarse entre la espada y la pared. Tras multitud de reclamaciones sindicales, la formación necesaria para prevenir la radicalización yihadista en las cárceles del país no termina de hacerse realidad. “Prácticamente nula” es la respuesta más corriente en los grupos sindicales cuando son preguntados por la existencia de dicha gestión, que lleva tiempo siendo vox pópuli entre el funcionariado. 

Los presos yihadistas siguen llegando a las prisiones españolas, desembocando así en una incubación de tensiones y conflictos en forma de piezas, que se suman al enrevesado rompecabezas de los funcionarios de prisiones: una patente merma en el presupuesto, falta de personal y la ausencia del solicitado estatus de agentes de autoridad.

Actualmente, según ha podido saber Confidencial Digital, únicamente se imparte un curso de prevención de esta ideología extremista destinado a los Grupos de Control y Seguimiento -coloquialmente conocidos como ‘espías’-, inclusive, “sin llegar a cubrir las necesidades de toda la unidad”. Por cubrir, “ni siquiera se cubren en el grupo de vigilancia interior, que es el grueso de la nómina”, apostilla un miembro de la Agrupación de los Cuerpos de la Administración de Instituciones Penitenciarias (ACAIP).

Tanto desde ACAIP como CSIF, señalan que es "vital" sentar las bases de la formación, e "ideal" que llegue a todos. Conocedores de que la Administración "hace oídos sordos" a sus reclamaciones, no les queda más remedio que difundir, en sintonía con demás sindicatos europeos, un curso del Consejo de Europa, accesible a los funcionarios de prisiones.

Este seminario -muy solicitado de acuerdo con la información a la que ha podido acceder ECD-, cuenta con una duración de 15 horas, se imparte de manera remota, figura en el marco de la red RAN (Sensibilización frente a la Radicalización en su traducción del inglés) y gracias a él, se puede obtener un certificado de realización del curso.

El grupo de vigilancia, vulnerable 

Mientras que los mencionados ‘espías’ pueden optar a unificar la metodología de recopilación de información y coordinarse a través de formaciones con especialistas, en la otra cara de la moneda, donde siempre sale la cruz, se encuentran los funcionarios de módulo. Aquellos que desconocen cómo reaccionar ante simbologías, comportamientos y palabras que, a simple vista parezcan "inocuas", pero puedan ser susceptibles de pertenecer a un proceso de radicalización.

Los “golpes e insultos” también son una rutina en la agenda del funcionario de vigilancia prototipo de las cárceles españolas. A la de ‘prevención de la radicalización yihadista’ se le suma la formación de defensa personal, también “precaria”, como "reclamaciones eternas" que ponen en riesgo la integridad física y emocional del trabajador.

Datos de la Asociación Profesional de Funcionarios de Prisiones (APFP), registran que las agresiones a los funcionarios de prisiones por parte de los reclusos va in crescendo: en 2020 se contabilizaron 176; en el año 2021, 159, y el pasado 2022 se llegaron a alcanzar un total de 453.

Fracasos, amenazas y redadas

La Secretaría General de Instituciones Penitenciarias (SGIP), igualmente, ha enfrentado críticas por el fracaso de sus cursos de desradicalización dirigidos a los reclusos que frenaron su desarrollo en noviembre de 2022, por la falta de asistentes y del efecto en éstos. 

 

Por si fuera poco, ECD ha conocido profundamente “la preocupación y el malestar” que se percibe entre los funcionarios ante amenazas yihadistas. Diversas notas con indicaciones de atacar a los vigilantes han sido halladas en varios centros. En fin, una amalgama de situaciones "extremadamente peligrosas", a juicio de los sindicatos.

Las redadas llevadas a cabo en prisiones, por el contrario, se han antojado como un soplo de aire fresco. Un respiro para los funcionarios. El objetivo, señalan los expertos, se centra en cortar de raíz el modus operandi de los captadores de lobos solitarios -individuos que pueden ser especialmente peligrosos debido a su radicalización individual y su disposición a llevar a cabo actos violentos-. 

Amparados por su esfuerzo y una tenue esperanza

Los funcionarios sienten que, a día de hoy, el éxito en cualquier operativo ‘antiyihadista’ y en el manejo de situaciones complejas en las cárceles se debe a su propio esfuerzo y predisposición a aprender por medios externos, a tenor de la “falta de respaldo por parte de la Administración”. 

Otros testimonios sindicales desvelan que el esfuerzo extra que realizan los funcionarios a través de formaciones complementarias y en su labor cotidiana no se corresponde con recompensas laborales: "no existe una compensación por horas de trabajo adicional, ni reconocimiento en la promoción o en los concursos de traslado".

Ante este escenario, con el terrorismo islámico como una de las principales amenazas a nivel mundial, los trabajadores se aferran a la "esperanza", esperando que las autoridades pertinentes tengan en cuenta sus demandas y tomen medidas concretas "de una vez por todas", garantizando así la seguridad tanto de los trabajadores como de los reclusos en el sistema penitenciario español.

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