El decano de Derecho de la Carlos III se sirve de Cicerón, Virgilio y Suetonio para concienciar sobre la Ley Antitabaco de la ministra Salgado

Todo vale para hacer cumplir la ley. Esto es lo que debió pensar Manuel Abellán, decano de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Carlos III de Madrid cuando redactó y envió un comunicado a todos los alumnos de este centro superior, llamando a cumplir la nueva ley Antitabaco.

Entre la comunidad universitaria de la Carlos III de Madrid ha despertado efectivamente enorme sorpresa el comunicado hecho público el pasado día 8 por Manuel Abellán, tanto a través del correo interno de la institución, como de la web y la revista de la institución docente que gobierna Gregorio Peces Barba.

El comunicado utiliza juegos literarios y, haciendo uso de una cuidada prosa, el decano de Derecho va desglosando en tono satírico las situaciones que se dan en la aplicación de la nueva normativa contra el tabaco, haciendo gala para ello de numerosas citas clásicas.

Algunos estudiantes consultados por ECD, han afirmado no entender muy bien el “tono de mofa” del mensaje. Pero en general parece haber tenido una buena acogida. Lo consideran, en cualquier caso, eficaz recordatorio de la norma contra el tabaco que deben cumplir los miembros de la institución académica.

Por su interés, reproducimos íntegramente el comunicado:

SOBRE EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY QUE RESTRINGE EL CONSUMO DEL TABACO EN ESTA FACULTAD

Ha comprobado este Decano, con satisfacción y orgullo, cómo la Ley que limita el  consumo de cigarrillos y otras formas de uso del tabaco se cumple mayoritariamente por quienes componemos esta comunidad universitaria. Satisfacción porque como afirmara Publilius Syrus “la fuerza de un pueblo reside en la fuerza de sus leyes”, de forma que el cumplimiento de la voluntad popular, legítimamente expresada por sus representantes, engrandece a quienes tienen el bien de respetarla, adornando a la comunidad y a cada uno de los miembros que la componen de buen juicio y estimable criterio. Orgullo, porque este Decano conoce bien del esfuerzo y abnegación que requiere su cumplimiento, toda vez que los placeres y satisfacciones del consumo de la hoja americana los ha experimentado en sus propias carnes y en numerosas ocasiones ha sentido el hormigueo y la inestable desazón que nos provoca su carencia.

Pero el bien de todos y, más especialmente, el respeto a quienes no habiendo elegido semejante método de solaz les perturba y molesta, provocándoles expectoraciones, irritaciones y efluvios insoportables, me llevan a reafirmarme en el viejo principio justinianeo del Digesto de Dura Lex, Sed Lex y a recordar las sabias palabras de Marco Tulio Cicerón cuando afirmaba que “todos somos siervos de las leyes para poder ser libres”.

Es por todo ello, por lo que me veo en la obligación de recordar a los menos la necesidad de respetar el comportamiento ejemplar de los más. Porque hasta mis oídos han llegado y mis ojos han podido comprobar, por la presencia de colillas y ceniza, cómo ocasionalmente hay quien, consciente de su error, fuma en los pasillos de nuestra Facultad. Ha de tratarse, sin duda, de personas descarriadas que, como aquel personaje de la Metamorfosis del gran Virgilio, terminan por afirmar: “veo el bien y lo apruebo, pero hago el mal.” Triste es, por tanto, su condición y a todos nos corresponde liberarlos de semejante tortura antes de que recalen en el despropósito y la locura y acabemos por verlos arrancándose los cabellos y lanzando improperios y maldiciones en contra de ellos mismos.

No caben en este asunto objeciones o resistencias, porque el principio jurídico de que “la ley no obliga a cosas imposibles” se cumple sobradamente, dada la notable extensión de espacios abiertos en los que al placer de fumar se une el sosiego de contemplar el esplendor de los cielos, lo que ayuda al relajo y a la apertura de mentes tan necesaria y pertinente en nuestra tarea universitaria.

 

Este Decano que prefiere la equidad al rigor y que comparte las palabras que Suetonio atribuye al emperador Tiberio de que “es propio del buen pastor esquilar a su ganado, no desollarlo”, hace un llamamiento a todos los miembros de su comunidad, profesores, alumnos y personal de administración y servicios, para que reprendan y ayuden a quienes, con su actitud pertinaz de inhalar humo, se dañan a si mismos y molestan a todos los demás, a los que fuman por recordarles su sufrida privación, a los que no fuman por imponerles lo que, en buen seso, rechazaron, y, a todos, por la imagen de desidia que los desperfectos de su nefanda acción dejan en los pasillos, amén de por la incomprensión que genera en cualquiera, ajeno o próximo, extraño o conocido, visitante o residente, el ver como en un centro de pensamiento y saber se incumple y destruye lo que es obra de todos.

Getafe, 8 de marzo de 2006

Manuel Abellán Velasco

Decano de la Facultad de CC. SS. y JJ

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