La OTAN tiene un documento sobre posibilidad de ‘intervención’ en supuestos de que peligre la seguridad energética de los países de la Alianza

Así se recuerda en el estudio ‘Situación actual sobre el suministro energético en el continente europeo’, escrito por Mercedes Canseco, técnico de la Comisión Nacional de Energía, publicado en el último boletín de la Fundación Ciudadanía y Valores –véalo aquí-.

El documento de la OTAN señala también la necesidad de dar protección a infraestructuras esenciales ante crisis que impliquen la intervención de fuerzas militares. De esta forma –escribe Mercedes Canseco-, la OTAN podría crear un mecanismo permanente de supervisión y evaluación que controlara los acontecimientos relativos a la seguridad energética, además de la formación de una célula de Análisis para Seguridad Energética e Inteligencia, análoga a la ya existente para tratar todos temas de terrorismo.

El pasado año, el congresista Tom Lantos, Presidente del Comité de Exteriores de la Cámara de Representantes de EEUU, expuso su visión sobre el cambiante papel de la Alianza, afirmando que “cada uno de los miembros de la OTAN tiene su parte de responsabilidad en la creación de un marco adecuado de seguridad energética, que puede desempeñar un papel significativo en las cuestiones geopolíticas y de seguridad para Europa y Norteamérica y, por tanto, debería constituir una prioridad para la Alianza en un campo de creciente importancia como la seguridad energética”.

La dependencia de Rusia aumentará

El informe explica también que, según datos de la Comisión Europea, una cuarta parte del gas y petróleo europeo viene de Rusia, pero este porcentaje, en lugar de disminuir como sería lógico, se incrementará sustancialmente en el inmediato futuro.

En concreto, se estima que, en relación con el gas natural, Europa necesitará para el año 2013 un extra de 100 de bcm (billion cubic meters), una demanda que probablemente seguirá incrementándose en un horizonte hasta 2030. Una pequeña parte de este gas proviene de Noruega, pero el grueso tendrá que venir de Rusia. Existen kilómetros alternativos de gasoductos y oleoductos todavía en construcción, pero son soluciones a largo plazo.

Recientemente, la UE ha elaborado un ‘Plan de acción para la seguridad energética’, basado en los medios que debe poner en marcha para conseguir sostenibilidad, competitividad y seguridad de suministro, “reduciendo las emisiones de CO2, incrementando el consumo de energía renovable y mejorando la eficiencia energética”, sabiendo que esto supone un cambio radical en el sistema energético, incluidas las relaciones internacionales.

Aludiendo a Lukoil y su interés por Repsol, aunque sin citar a estas compañías, el estudio afirma que la actuación de Moscú hace que Europa se muestre en parte amenazada y preocupada ante cualquier movimiento de las empresas de gas o petróleo de procedencia rusa, más aún, cuando éstas son manejadas “por unos pocos oligarcas del país o incluso por el mismo Gobierno, que controlan, directa o indirectamente la gestión de las mismas alejándose de las políticas del libre mercado”.

España se ve menos afectada por la crisis energética rusa gracias al gas procedente de Argelia, y además el nuevo gasoducto de Medgaz será un proyecto estratégico. Como informan sus promotores, pretende ser “un proyecto estratégico tanto para Argelia y España como para el resto de Europa. Por una parte, acercará gas natural argelino mediante un enlace directo, lo que contribuirá a mejorar la seguridad de suministro. Por otra, es la vía más económica de aprovisionamiento de gas natural al sur de Europa”.