José Apezarena

El miedo de Feijóo

O titular do Goberno galego, Alberto Núñez Feijóo, durante a rolda de prensa posterior á reunión semanal do Consello da Xunta. San Caetano, Santiago de Compostela, 10/02/22.
Alberto Núñez Feijóo.

Alberto Núñez Feijóo, 60 años de edad, prácticamente había descartado la opción de convertirse un día en presidente del Gobierno, esa aspiración que esconden casi todos los políticos en activo, lo reconozcan o no. Y que también figuraba en los planes recónditos del presidente gallego.

Sus cálculos eran ahora muy sencillos. Elecciones generales a finales de 2023, o incluso principios de 2024 si Pedro Sánchez estira los plazos, y en principio con Pablo Casado como cabeza de lista del Partido Popular. Eso parecía claro.

Hipótesis uno. Que el PP consiguiera un resultado suficiente como para formar Gobierno, con Vox o sin Vox, es decir, con respaldo solo parlamentario o bien formando parte de un Ejecutivo de coalición.

Tal escenario llevaba, en principio, hasta 2027, con el dirigente gallego entonces en los 66 años, y por tanto afrontando expectativas muy reducidas, por no decir imposibles.

Hipótesis dos. Que el Partido Popular no consiguiera una mayoría que le permitiera llegar a La Moncloa. Cabría que Pablo Casado decidiera dimitir por los malos resultados en las urnas, o que intentara continuar al frente del partido. En el primer supuesto, debería  iniciarse un proceso de elección de nuevo líder, pero con Feijóo ya en los 64 años, y, sobre todo, sin garantías de que, de aquí a entonces, no hubieran aparecido otros candidatos dispuestos a luchar por la nominación.

Y, en cualquier caso, para unas elecciones, en principio, en 2027. Es decir, el escenario anterior.

En resumen, todo indicaba que se le había pasado el momento, y que en la presidencia de la Xunta acababa su periplo político. Un trayecto, en cualquier caso, muy destacado, culminado con unas holgadas mayorías absolutas en su tierra. Pero no sería presidente del Gobierno.

Y, de forma inesperada, el escenario ha saltado por los aires, por mor de la cruenta batalla entre Isabel Díaz Ayuso y Pablo Casado, que, se diga lo que se diga, tiene como trasfondo el mismo asunto: la pelea por la presidencia del Gobierno, convertida en la obsesión secreta de la presidenta madrileña.

Así pues, como resultado de una pelea fratricida dentro de su partido, a Alberto Núñez Feijóo le ha llegado la oportunidad de intentar ganar unas generales y de sentarse en el Palacio de La Moncloa. Y eso sería ya mismo, en 2023-2024.

 

La tarea que tiene por delante va a ser titánica, porque necesitará recuperar al partido del shock que viene padeciendo estos días, aunque no falta quien sostiene que precisamente la tragedia actual puede convertirse en ocasión para una catarsis interna que encienda los ardores ahora apagados y relance a la militancia y a sus votantes.

Núñez Feijóo estuvo a punto de saltar del ruedo tras la moción de censura a Rajoy y la salida de la presidencia del PP. Su nombre se manejó entonces con intensidad, pero al final no se atrevió. Le pareció demasiado riesgo entrar en una pelea en la que contendían personajes tan destacados como Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores Cospedal, y en la que apareció a última hora un casi desconocido Pablo Casado que sería quien al final se alzaría con el cargo.

Núñez Feijóo tuvo entonces miedo. A la pelea con dos mujeres poderosas, a la condición de Sáenz de Santamaría como ‘jefa’ del CNI, a la guerra sucia, a los dossiers, a la derrota, a heredar en su caso un partido fraccionado en dos... Y dio un paso atrás.

Ahora, cuando va dar el paso adelante, esos miedos siguen presentes en gran medida. Por supuesto a la guerra sucia, a los dossiers, que seguramente van a aparecer, lanzados por amigos, por enemigos, o por los dos. Pero también a la fractura interna, a no recibir todos los apoyos, todos sin excepción.

Ha puesto sobre la mesa sus cartas, como condición para asumir el reto de presidir el partido: que haya un solo candidato y que se diluyan las facciones.

Ha exigido garantías de que nadie más se postulara, cuando se celebre el congreso extraordinario para elegir presidente. Que, por supuesto, no sea candidato Pablo Casado, pero que también se abstengan otros líderes, como pueda ser Juanma Moreno, o el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, y, por supuestísimo, Isabel Díaz Ayuso.

Ayuso ha anunciado que no tiene intención de competir en el congreso extraordinario, diciendo que ella “se queda en Madrid”.

Desde mi punto de vista esa decisión de la lideresa madrileña tiene plazo corto. Alcanza al aquí y al ahora de la debacle sufrida por el PP, de la que hay que salir cuanto antes y como sea. Pero pienso que la autoexclusión no lo es para siempre. Y que Ayuso volverá a intentar, cuando vea oportunidades, hacerse con el timón nacional del partido, paso previo hacia La Moncloa.

Así que Núñez Feijóo tendrá que estar también mirando con el rabillo del ojo a la presidenta madrileña. No en vano he escrito que Isabel Díaz Ayuso es el peligro. Me ratifico. Lo ha sido para Pablo Casado, lo será para el nuevo líder.

editor@elconfidencialdigital.com

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