José Apezarena

El peligro es Isabel Díaz Ayuso

Manifestación el domingo a las puertas de la sede del Partido Popular

Ya sé que algunos de los que hayan leído el título de este comentario se habrán extrañado inmediatamente, e incluso pueden haber reaccionado con indignación. Habrán pensado: en la catástrofe que vive el Partido Popular, que he calificado como suicidio colectivo, Apezarena se posiciona a favor de Pablo Casado y en contra de la presidenta madrileña. Y hasta habrá quien me haya jurado odio eterno.

Si esos prontos hubieran acaecido, solicito un poco de calma, y algo de tiempo para exponer lo que pienso.

El actual problema tiene origen en la brillante trayectoria política que lleva Isabel Díaz Ayuso, y en el éxito alcanzado en las elecciones pasadas, junto con el fervor que su persona y estilo provoca en amplios sectores, como se ha mostrado estos días y se constató ayer en la manifestación a las puertas de la calle Génova.

Por cierto, que ayer vi en la calle casi más gente que las que se concentraron para celebrar algunos éxitos electorales del PP. Una vez más, parece que aquí, en este país, se nos da mejor criticar y atacar, que festejar y felicitar. No si tiene o no que ver con el cainismo que dicen que padecemos. Pero estoy desviándome del objeto de estas líneas.

Como resultado de las habilidades personales y políticas de Isabel Díaz Ayuso, muy alentadoras para ella y un éxito del eficaz equipo que le secunda, la lideresa madrileña ha desarrollado unas aspiraciones que van más allá de su actual despacho en la Puerta del Sol.

Por supuesto, la presidenta tiene todo el derecho del mundo a plantearse aquello a lo que crea que puede llegar, incluyendo sin duda sentarse en el sillón del palacio de La Moncloa.

Dicho esto. Supongamos que Pablo Casado tiene que dar un paso atrás, de grado o por la fuerza, y que el Partido Popular abre un proceso de sustitución por la vía de un congreso extraordinario que designe nuevo presidente.

Siguiendo con la hipótesis, imaginemos que Núñez Feijóo asume lo que hasta ahora ha rehusado y se convierte en el nuevo líder del PP. Su ascenso al despacho de la calle Génova ¿frenará acaso las aspiraciones de Isabel Díaz Ayuso?

En esa situación novedosa, con un vuelco en la cúpula del partido, ¿la presidenta madrileña decidirá frenar su carrera política? ¿Renunciará a sacar rédito a sus capacidades y al entusiasmo que despierta, y declinará convertirse en líder nacional y, con ello, candidata a la presidencia del Gobierno? Un objetivo que, de lograrlo, le convertiría en la primera mujer en presidir el Consejo de Ministros.

 

En respuesta a estas preguntas, mi opinión es que Díaz Ayuso no bloqueará el camino que ya ha iniciado. No descartará el objetivo que explica de verdad el por qué de todo lo que se ha vivido estos meses, singularmente desde su llegada triunfal a la Puerta del Sol. Su ofensiva no tiene marcha atrás.

Así que, en conclusión, pienso que el peligro, el problema, o como queramos llamarlo, para el PP se llama Isabel Díaz Ayuso. O quizá la solución, ya veremos.

Pero esta reflexión es lo que deberá tomar en consideración, en su caso, Núñez Feijóo si se consumara su llegada a la presidencia nacional.

Y no hay que olvidar, por cierto, que en no pocas ocasiones el líder gallego ha mostrado reticencias, y aun resistencias, incluso críticas, a las posiciones y actitudes de su colega madrileña. Y, a la inversa, Ayuso no se fía demasiado de Feijóo, al que, lógicamente, ve como un rival.

Así que habría que concluir que las guerras en el PP no van a terminar a corto plazo.

Y, mientras el Partido Popular se cuece en su propia salsa hasta descoyuntarse, hay dos personajes que se frotan las manos. Pedro Sánchez y Santiago Abascal. A los que se las están poniendo, según la frase castiza, como se las ponían a Fernando VII.

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