La ilusión de Feijóo
Alberto Núñez Feijóo no es persona de arranques súbitos. Tal vez tenga que ver con su condición de gallego, de quienes se dice que más bien tienden a la circunspección y la prudencia.
Sin embargo, acaba de tomar una decisión insólita: ha empezado a acelerar, políticamente hablando.
Así cabe interpretar el hecho de convocar una manifestación nacional contra el Gobierno, con todos los riesgos que supone si la participación no resulta suficientemente lucida, o las imágenes acaban siendo comprometedoras por el tipo de asistentes, los eslóganes coreados, los comportamientos y hasta los incidentes de orden público.
El anuncio de esa concentración causó no poca perplejidad en ámbitos de su partido, porque, hasta ese momento, la teoría en los pasillos de Génova era que el triunfo estaba asegurado... en las elecciones de 2027. Y que, por tanto, había que saber esperar, sin cometer hasta entonces errores graves. Por ejemplo, no incurrir en fallos como los que precedieron a los comicios de 2023, que según las encuestas iban a ganarse de calle y al final volvieron a colocar a Sánchez en La Moncloa.
En efecto, Alberto Núñez Feijóo está apretando el acelerador. Con la manifestación de Madrid, y también con su pertinaz reclamación a Pedro Sánchez de que disuelva las Cortes, que fue el mensaje común de los líderes populares en la fracasada conferencia de presidentes.
Parece claro que solo puede haber elecciones anticipadas en tres supuestos: Disolución de las Cámaras por el presidente del Gobierno, moción de censura, procesamiento de Pedro Sánchez.
Una disolución voluntaria de las Cortes por Pedro Sánchez parece un imposible, por mal que le vaya a su partido y a su persona. Que él no está entero del todo, lo muestra el dato del más de mes y medio sin conceder una rueda de prensa. El presidente del Gobierno se esconde. Pero ese supuesto bajón, de ninguna manera le conducirá a una renuncia voluntaria. Muchas veces ha presumido de su capacidad de resiliencia, y lo ha demostrado.
La moción de censura se antoja inviable. Desde el PP han tendido algunos puentes hacia el PNV, que ya ha aclarado que esta vez no incurrirá en traición, como sí hizo con Rajoy en la moción de censura.
Y tampoco puede contar con Junts, que, por mal que le vayan algunos aspectos (Puigdemont sigue sin poder regresar a España), por nada del mundo cambiaría su actual condición de árbitro último gracias a esos siete votos con los que acogota a Sánchez un día sí y otro también.
La tercera vía, un procesamiento de Pedro Sánchez porque lo vinculen personal y directamente con los sumarios que le acorralan, parece una hipótesis descartable. Cierto es que cada vez aparece más vinculado a los casos de su mujer, Begoña Gómez, de su hermano, David Sánchez, y del Fiscal General del Estado, pero nada está acreditado.
Donde sí puede surgir un peligro grave es con su ex amigo íntimo José Luis Ábalos, conocedor de todos los secretos de Sánchez, al que, por eso mismo Gobierno y PSOE cuidan con mimo, hasta el punto de que no lo han expulsado del partido y mantiene el escaño a pesar del daño reputacional y electoral que les está provocando.
Otro importante riesgo empieza insinuarse en torno a las cloacas en las que se movían la fontanera, Leire Díez, y sus compañeros, porque se han difundido grabaciones en las que el empresario Pérez Dolset habla, supuestamente, de quiénes dirigían la campaña contra la UCO: “Es Pedro Sánchez directo con Cerdán”.
No obstante, esta tercera posibilidad parece también altamente improbable. Si hubiera existido algún tipo de delito, difícilmente existirán pruebas. Y si de verdad hay manta, nadie tirará de ella.
Como antecedente, en las diversas conspiraciones graves que se han tramado en España, la famosa X nunca ha sido despejada. Así que...
En resumen: tres aparentes posibilidades, en realidad tres imposibles.
La supuesta ilusión de Feijóo parece bastante lejana.
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