José Apezarena

Los indepes y los radicales, dando votos a Vox

Bandera de Vox en la manifestación del 10 de febrero en la Plaza de Colón de Madrid.
Bandera de Vox en la manifestación del 10 de febrero en la Plaza de Colón de Madrid.

Uno de los más graves errores que cometió Susana Díaz durante la campaña para las autonómicas andaluzas fue demonizar a Vox.

Sus constantes ataques al nuevo partido, las advertencias de los peligros que podía suponer su mera existencia, pero mucho más que consiguieran escaños en el parlamento regional, lo que provocaron precisamente fue dar cancha a Vox, otorgarle un protagonismo máximo, darlos o a conocer en cada uno de los pueblos.

De alguna forma, muchos andaluces que deseaban castigar al socialismo andaluz, por los casi cuarenta años de ineficacia, por el atraso en que han colocado Andalucía, por los compadreos políticos, y singularmente por la espectacular corrupción, entendieron que quizá el mejor procedimiento, el que más daño les podía causar, era votar a ese partido que tanto pánico daba a la presidenta.

Así que Susana Díaz le hizo la gran parte de la campaña a Vox en las elecciones andaluzas.

Pues algo semejante está empezando a pasar con los ataques, persecuciones, exclusiones y agresiones contra ese partido, contra sus sedes y contra los actos y manifestaciones que protagonizan.

Los ataques a sus sedes en Andalucía, primero, y ahora en Cataluña, pero también en algunos otros lugares de España, están convirtiendo a Vox en el partido perseguido, la formación víctima.

Y ya se sabe que la tendencia a ponerse del lado del oprimido, del injustamente atacado tiene bastante fuerza. Aunque solo sea por indignación con tales conductas, no pocos votos van a recaer en las listas del nuevo partido.

Pero, además, resulta que no les dejan expresarse pacíficamente en la calle, como acaba de ocurrir con la manifestación convocada en Barcelona.

En este caso, las imágenes violentas que han circulado por las redes sociales constituyen la mejor campaña electoral para Vox. Que unos ciudadanos sean atropellados por el solo hecho de portar una bandera, aporta “razones” para dirigir el voto a esa formación nacional y española.

 

Por cierto, que los independentistas pudieron manifestarse masiva y libremente en Madrid, con absoluta normalidad, con el ínclito Quim Torra en primera línea. Algo así, pero de signo contrario, es decir en defensa de la unidad de España, no es posible en Cataluña. Los violentos lo impiden por la fuerza.

El independentismo habla de opresión, de falta de libertad, de dictadura. No es aquí donde todo eso existe, sino allí.

editor@elconfidencialdigital.com

En Twitter @JoseApezarena

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