José Apezarena

Mohamed VI invade España

El Ejército de Tierra, desplegado junto a la valla de Ceuta (Foto: Antonio Sempere / Europa Press).
El Ejército de Tierra, desplegado junto a la valla de Ceuta (Foto: Antonio Sempere / Europa Press).

No es preciso recordar a los almorávides, almohades y benimerines, que irrumpieron sucesivamente España desde el norte de África, entonces bajo dominio musulmán. No es el caso.

Pero lo que se ha producido en Ceuta constituye una auténtica invasión de territorio español, organizada, programada y teledirigida desde Marruecos.

Tampoco haría falta rememorar la Marcha Verde, montada por Hassan II, quien aprovechó que Franco estaba agonizando para enviar un millón de civiles marroquíes a ocupar los territorios del Sahara bajo administración española.

Quizá Mohamed VI podía estar mirando a aquella ofensiva de su padre, cuando ha lanzado sobre Ceuta más de diez mil paisanos.

La ciudad, de solo 85.000 habitantes, se ha sentido ocupada, amenazada, en estado de sitio, hasta el punto de encerrarse la población en las casas, suspender las clases, interrumpir las vacunaciones contra el COVID… Hubo cientos de incidentes en sus calles durante la noche del lunes al martes.

De igual manera, no sería preciso acudir a la reacción de Margaret Thatcher cuando la dictadura argentina ocupó las Malvinas.

Más cerca de nosotros estuvo la invasión del islote Perejil, liberado tras una operación militar, preparada con mucho cuidado porque el riesgo de escalada del conflicto era grande.

Por cierto, a título de hipótesis, se me ocurre preguntar: ¿Qué habría hecho en ese caso el actual presidente, Pedro Sánchez. ¿Habría dado órdenes a las fuerzas armadas de recuperar aquel reducido peñón? Tengo que confesar que no he llegado a una respuesta clara, lamentablemente.

Por el momento, el Gobierno ha respondido con rapidez y determinación. Menos mal.

 

Se trata de un Gobierno que no las ha visto venir, cuando sus socios de Podemos aplaudieron la vuelta del Frente Polisario a las armas, solicitaron un referéndum de independencia del Sahara, y presionaron para acoger en España al líder Polisario, Brahim Ghali.

Bien claro lo ha dejado la embajadora en Madrid, Karima Benyaich, a la que se ha llamado a consultas, cuando ha afirmado: “Hay actos que tienen consecuencias y se tienen que asumir”. Pues eso.

Los asaltos nos han cogido fuera de juego, sin haber podido tomar medidas, como habría sido desplazar antes a esas dos ciudades más efectivos antidisturbios, de Policía Nacional y Guardia Civil, para no tener que desplegar unidades militares en tareas de orden público que, en principio, no les corresponden y para las que no están habituadas.

La presencia de blindados en las inmediaciones del Tarajal resultaba inquietante.

Hemos estado fuera de juego porque no hemos tenido información. Los servicios de inteligencia españoles, que mantienen un notable despliegue en territorio marroquí, han sido incapaces de avisar de que algo así podía ocurrir, para adoptar medidas previamente. Un fallo grave de información, sin duda. Que provoca desazón.

Y, al final, Pedro Sánchez tenía razón cuando soltó aquello de que no dormiría tranquilo con Iglesias y sus amigos dentro del Gobierno. A la vista de lo ocurrido, no ha dormido tranquilo él, no lo han hecho los españoles de Ceuta y Melilla, y tampoco la mayoría de los ciudadanos de este país. Que seguimos inquietos, porque Mohamed VI sigue teniendo en sus manos la baza de la invasión.

Como digo, el Gobierno ha reaccionado con determinación, incluyendo el gesto de Pedro Sánchez de desplazarse a la ciudad norteafricana. Bien por él.

Seguramente no hace falta explicarle que invadir Ceuta es invadir España, y que defender Ceuta es defender España.

editor@elconfidencialdigital.com

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