José Apezarena

En el nombre de España, no

Pedro Sánchez, en el Comité Federal del 28 de octubre

“En el nombre de España, en el interés de España, en defensa de la convivencia entre españoles, defiendo hoy la amnistía en Cataluña por los hechos acaecidos en la década pasada”.

Así habló Pedro Sánchez el sábado, en el Comité Federal del PSOE, para defender la amnistía a los secesionistas que en 2017 intentaron romper España por la vía de los hechos.

Así pues, Sánchez se ha quitado la careta, si es que alguna vez la había usado, y como suele decirse vulgarmente, “ha cantado la gallina”: va a aprobar la amnistía.

Reconoció que antes del 23-J esa medida de gracia no figuraba en sus planes, ni, por supuesto, en el programa electoral. Pero ahora considera que es una necesidad para “cerrar las heridas abiertas” en Cataluña.

Y cabe preguntarse: ¿heridas abiertas por quién? Por los mismo que van a ser perdonados.

¿Y existen garantías de que esos mismos no las volverán a abrir? La respuesta es nítida. No, sino todo lo contrario. Los protagonistas de aquella intentona han proclamado, abiertamente, que lo volverán a hacer, envalentonados al ver que no pagan ningún precio por sus hazañas. Entonces, ¿qué cerramos?

Uno de los argumentos, para sostener el perdón a los golpistas (en realidad el olvido de lo que hicieron como si no hubiera existido), es que 56 diputados piden la amnistía. Vale. Pues eso significa que 294 no la apoyan. ¿Y va a prevalecer el deseo de los que son menos frente a los que son más? ¿Qué regla matemática es esa?

Sánchez concurrió a las elecciones del 23-J con un programa que acaba de modificar sustancialmente. ¿Eso es engañar a la ciudadanía? ¿Es mentir a quienes le votaron?

El sábado, el presidente se atrevió a hablar de coraje. “El coraje también se manifiesta a veces -dijo- haciendo realidad un dicho español: que hay que hacer de la necesidad virtud”.

 

¿Hacer de la realidad virtud es coraje? ¿Eso significa que hay que perdonar, y aun legalizar, las cada vez más numerosas agresiones sexuales porque son una realidad? La corrupción política es hecho innegable, ¿hay que mirar a otro lado? ¿Y el fraude fiscal? Eso no es coraje, eso es rendición.

Pienso que los socialistas se avergonzarán un día del aplauso que, puestos en pie, otorgaron el sábado a la decisión de su líder. Quedará como un baldón en la historia del partido.

Es que, siendo cuestión tan grave, ni siquiera se votó. Los trescientos miembros del comité federal rubricaron por aclamación la propuesta de Sánchez. Ocultos en la masa, se han librado de ir retratándose uno por uno. Pero no por eso se va a olvidar a los que lo han autorizado.

Si de verdad se hiciera por el bien de España, podría, si no entenderlo, al menos disculparlo. Pero no es así. No mira a qué es lo mejor para el país, sino todo lo contrario.

El único interés que se está defendiendo es la estrecha ambición personal de un dirigente que busca su permanencia en el poder. Nada más. España no tiene nada que ver en el porqué de esas decisiones.

Y, encima, esto no acaba aquí. Sánchez dijo que “la amnistía no es un fin en sí mismo ni el fin del camino”. Hay más. Es que detrás viene el referéndum de autodeterminación.

De entrada, se va a conceder la amnistía a quienes intentaron romper España. Eso no se puede hacer en el nombre de España, como sostiene Sánchez. En nombre de España, no.

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