José Apezarena

Pedro Sánchez tiene miedo

Irene Montero apoya su mano en el hombro de Pedro Sánchez
Irene Montero y Pedro Sánchez

No hace mucho, me entretuve en desgranar algunos de los éxitos de Pedro Sánchez como dirigente político y como presidente del Gobierno, que los tiene. Si no, no seguiría ahí.

Sin embargo, la lista de atropellos, mentiras, destrozos y traiciones cometidos resulta mucho más importante, más dañina. Y casi interminable.

Sánchez no parece arrepentirse. No se ha disculpado de nada. Pedir perdón es una de las actitudes que menos cuadran con el presidente del Gobierno, dada su psicología y personalidad, pero también la trayectoria que ha venido siguiendo.

En una ocasión, pidió disculpas por los “errores” cometidos durante la pandemia, pero los atribuyó a las urgencias de los tiempos, la carencia de recursos y la excepcionalidad y ausencia de precedentes. Y otra vez lo hizo por el escándalo de las tarjetas de CajaMadrid, que alcanzó a destacados socialistas, pero que en realidad a él no le afectaba porque entonces no dirigía el partido.

Más recientemente, se disculpó con Gabriel Rufián por el lapsus de haberle llamado, por error, “Abascal”

Por de todo lo demás, de lo importante, que es tanto, nada. Silencio.

¿Ha pedido perdón por haber mentido cuando prometió que nunca pactaría con Podemos y Pablo Iglesias? No.

¿Por haber engañado a los electores anunciando que, si ganaba, no se aliaría con los independentistas? No.

¿Lo ha hecho por haber traicionado cuarenta años de política española respecto al Sahara, pasándose al bando de Marruecos de un día para otro, sin contar con las Cortes y sin dar ninguna explicación? No.

 

¿Y por haber destrozado el proyecto histórico del PSOE, y dejado prácticamente al partido muerto, sin capacidad de decidir nada? No.

¿Ha pedido perdón por su “lógica destructiva” contra la Constitución, como denunciaron recientemente 255 destacados personajes de la política, la economía, la cultura y el derecho? Desde luego que no.

¿Por haberse cargado el CIS? ¿Por haber colocado a sus amigos en los cargos públicos? Tampoco.

¿Y por dejar indefenso al Estado, nuestro sistema legal y constitucional, frente a futuras e inevitables aventuras independentistas, que volverán a intentar romper España? Desde luego que no.

Son tantos y tales los daños causados al país, a los españoles, que en alguna ocasión he llegado a calificarle como Demolition Man.

Pues, de todo eso, solamente se ha disculpado por una cosa. Lo acaba de hacer. Ha pedido perdón a las víctimas de la ley del “solo sí es sí’, por lo que califica de “efectos indeseados”

¡Qué mal tiene que ver las cosas Pedro Sánchez, en relación con esa ley y con los daños electorales que le causan, como para haber perdido perdón!

Ocurre, en efecto, que las cifras empiezan a resultar aterradoras: reducción de condena a 978 agresores sexuales y excarcelación de 104 presos. Prácticamente una de cada tres sentencias de agresiones han logrado una rebaja de la pena. Y la alarma se ha extendido a gran parte de la población. O sea, de los votantes.

Tan mala pinta tiene el asunto, por lo visto, que Sánchez se muestra dispuesto a sacar adelante la reforma de la ley de Irene Montero con los votos del Partido Popular. ¡Ahí es nada! Nunca antes el presidente había querido aceptar el apoyo de los populares. Hasta hoy.

El único asunto en el que Sánchez no ha cedido ante Podemos es esa ley. Les ha concedido todo. Incluso una terrorífica ley Trans, que va a destrozar a miles de adolescentes, y con ellos a sus familias. Pero no la ley del “solo sí es sí”. La va a cambiar.

Sánchez tiene miedo y ha pedido perdón.

editor@elconfidencialdigital.es

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