El PSOE lo pagará caro
El Partido Socialista pagará caro a medio plazo, incluso a corto, las derivas en que lo ha metido su actual líder, Pedro Sánchez, absolutamente contrarias a lo que han sido los fundamentos y la historia del PSOE.
La suma de despropósitos que ha acumulado el socialismo español desde que lo dirige Pedro Sánchez resulta interminable. Por ejemplo, su alianza con los comunistas de Podemos, con los independentistas, con los ex etarras... (todo indica que el famoso “que te vote Chapote” no se va a olvidar fácilmente).
Catorce años estuvo el socialismo en el poder con Felipe González al frente, desde 1982 a 1996. Al final lo perdió, a pesar de la ocupación absoluta que había practicado, por la espiral de corrupción en que cayó el partido, que condujo a dos consecutivas victorias del PP de José María Aznar. La situación de hundimiento pudo ser mucho más larga, pero se cortó con los atentados del 11 M, a los que siguió la victoria de Rodríguez Zapatero.
La última guinda de la desconexión con lo que el socialismo ha sido en España es la vergonzante y vergonzosa entrega de la alcaldía de Pamplona a EH Bildu, a los sucesores de ETA. La ETA que asesinó a socialistas como Isaías Carrasco, Enrique Casas, Fernando Múgica, Fernando Buesa, Ernest Lluch...
¿Algo así puede tolerarse desde dentro del partido? Hace días me pregunté cómo podía haber socialistas navarros que apoyaran semejante traición. Menos mal que quedan algunos militantes honrados, y valientes, como Tomás Rodríguez Garraza y María José Blasco Guerola, integrantes de la lista del PSN, que se han negado a ser concejales para no votar la investidura del vasquista abertzale Asirón.
Pues comportamientos de ese calibre no quedarán sin consecuencias. Aunque se tarde un poco, el PSOE lo pagará. Le serán reclamadas todas la rendiciones que están tolerando a su líder.
El socialismo como ideología atraviesa un momento muy delicado en todo el mundo, pero singularmente en Europa. Basta mirar cómo se encuentra en Francia, en Alemania, en Italia, y hasta en los países nórdicos. El problema es que ha perdido su sitio. Y no encuentra cuál es.
Precisamente por esa situación, hace pocos años se desarrolló en el PSOE un debate interno con el fin de responder a una pregunta básica: ¿qué es hoy socialismo?
Se escucharon variedad de respuestas, para la más apoyada, la que alcanzó mayor consenso interno, fue esta: “Socialismo es igualdad”.
Vale. ¿Es igualdad indultar solamente a quienes exhiben como salvoconducto su condición de independentistas?
¿Es igualdad perdonarles a ellos solos sus delitos, mediante una atropellada amnistía?
¿Es igualdad permitir a una parte concreta del país cualquier privilegio, solo porque se necesitan unos votos, sin mantener el mismo trato a los demás territorios?
¿Es igualdad colocar a los amigos y correligionarios en los puestos de gobierno de las grandes compañías del país?
España va perdiendo cuota de relevancia internacional: no nos citan a las reuniones principales, donde sí están Francia, Alemania e Italia.
Con su gestión, su mala gestión, Pedro Sánchez está empobreciendo el país: acabamos de salir de la lista de quince economías más importantes del mundo, sustituidos por Indonesia.
Es la herencia de Pedro Sánchez. La táctica del líder, en aplicación del famoso lema “el que venga detrás que arree”.
Un día, a lo mejor no muy tarde, él se marchará. A ese cargo internacional con el que sueña desde hace años, y que sin duda podrá obtener porque Europa es una comunidad de cuotas y al socialismo como tal le corresponden una parte de los cargos.
Y aquí se quedarán los demás, el PSOE. Un partido descangallado, malherido, sin fundamentos, que pagará la factura. Una factura cara.
Se calcula que, con Pedro Sánchez como secretario general, el partido ha perdido 15.000 miembros. El goteo de bajas se ha acelerado, como reacción por las cesiones al nacionalismo catalán. Y solo es el comienzo.
Si los actuales militantes no lo ven, es que están ciegos.
Y pronto será ya demasiado tarde para reaccionar.
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