Por qué el rey Juan Carlos vuelve a España
Juan Carlos I llegará a Sanxenxo el 19 de mayo, con idea de participar en unas regatas los días 22 y 23, a bordo de su barco, el “Bribón”, en el que, como timonel, se ocupa (sentado) de llevar la caña.
Dos años pasaron hasta que pudo realizar el primer viaje a España, también a Sanxenxo, en mayo pasado, y otro año más ha transcurrido desde entonces hasta este segundo desplazamiento.
¿Por qué el rey emérito se muestra tan interesado en viajar a su país? Primeramente porque, a pesar de mantener el domicilio en Abu Dabi (también por motivos fiscales), desea ‘normalizar’ al máximo su presencia en España, de modo que resulte más frecuente, y, sobre todo, menos noticioso.
Igualmente, porque está cansado de la vida que lleva en los emiratos, lejos de su país, de su familia, de sus amigos, y privado de actividades preferidas como la vela y la caza. Y también, ¿por qué no decirlo?, lejos de la gastronomía nacional.
Y viene a Sanxenxo porque necesita entrenar, ahora que, como cuentan quienes están a su lado, se siente físicamente bastante mejor y con fuerzas.
El “Bribón” se halla inscrito en el campeonato del mundo de vela en la modalidad 6MR, que se desarrollará en agosto en aguas de la isla de Wight, con el objetivo de revalidar un título que ha conseguido en anteriores ocasiones. Y, de aquí a entonces, don Juan Carlos precisar practicar.
Como trasfondo, el rey emérito no desea protagonizar actividades que afecten negativamente a su hijo, el rey Felipe, ni a la institución monárquica. Esa es hoy una prioridad. Por ese motivo, consulta antes con La Zarzuela cualquier plan de futuro, en busca de que le otorguen el visto bueno. Lo ha hecho ahora otra vez.
Su primera intención era llegar a Sanxenxo en mayo, y así tomar parte en el campeonato de España. No lo va a cumplir. Desde la Casa del Rey le pidieron que renunciara a la presencia en el país precisamente en plena campaña de las municipales.
Así que renunció a esas fechas, y a estar en el campeonato de España, pero consiguió que le autorizaran el actual plan, el de abril.
Desde La Zarzuela le han instado a que no se repitan excesos como los que se escenificaron en Sanxenxo el año pasado, con bienvenidas multitudinarias, vítores, posados ante las cámaras, y hasta alguna declaración suya, de agradecimiento, pero también respondiendo “¿De qué?” cuando le plantearon si iba a dar explicaciones.
Así, la Casa del Rey va a seguir con atención el desarrollo de esta nueva presencia en Galicia. De cómo se desarrolle, es decir, de que no se produzcan más espectáculos indeseados, dependerá el futuro en cuanto a nuevas estancias en España, más frecuentes, en otras zonas, y con motivos más diversos.
En cualquier caso, el ambiente previo es hoy muy distinto al que se vivió el año pasado. De entrada, el Gobierno se ha puesto de perfil. Frente a anteriores exigencias, incluso en boca de Pedro Sánchez, de que dé explicaciones y pida disculpas, ya no se cierra en banda.
En Moncloa se escucha ahora que el rey emérito “puede volver cuando quiera”. Más aún. El ministro de la Presidencia, Félix Bolaños, considerado el cerebro ideológico y táctico del Gobierno, declaraba recientemente: “Que yo sepa, no tiene ninguna causa penal ni judicial abierta. Por tanto, claro que podría volver”.
La posición oficial del Gobierno se resume en que el viaje a Sanxenxo es “un asunto personal”, y que en todo caso a quien atañe es a La Zarzuela.
Pero, como he dicho, del resultado de ese desplazamiento va a depender el calendario futuro de viajes y estancias de don Juan Carlos en España.
Además, la visita a Sanxenxo se produce en un año especial para su nieta, la princesa Leonor, que inicia ahora la formación militar, y que va a jurar la Constitución con motivo de su mayoría de edad. Para ese momento, convendría que el clima en torno a la Familia Real y a la propia monarquía fuera lo más tranquilo posible. Sin polémicas ni terremotos.
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