Sánchez inicia un año triunfal
Pedro Sánchez inicia un año, 2023, que será triunfal. Al menos, así lo espera él. Y, para lograrlo, ha puesto previamente todos los medios posibles, incluidos muchos discutibles y no pocos rechazables. Pero todo sea por continuar en el poder.
Espera un año triunfal, porque cree que va a sumar unas cuantas bazas favorables en lo que se refiere, por ejemplo, a su imagen de líder internacional. Digo sumar, porque ya ha anotado en su casilla como éxitos el triunfo, a nivel europeo, de la propuesta del tope al gas y la cumbre de la OTAN en Madrid.
Y apuntalará un poco más ese perfil participando en el Foro de Davos, que se celebra del 16 al 20 de enero. Será la quinta ocasión en la que intervenga en el Foro Económico Mundial.
Piensa el presidente que, vistos los éxitos internacionales que contabiliza en 2022, el nuevo 2023 no le va a ir a la zaga en ese terreno. Ni mucho menos.
Desde luego, en lo militar, porque a lo largo de este nuevo año España liderará cuatro misiones internacionales: Líbano, Irak, Mali (vinculada al conflicto en el Sahel) y Cuerno de África.
Y, sobre todo, el empujón más importante será la presidencia de la Unión Europea, que corresponderá a España en el segundo semestre de 2023. Ahí sí que se va a volcar, entre otras circunstancias, porque se desarrollará a las puertas de las elecciones generales, previstas para final de año. Por eso quieren configurar una presidencia... triunfal.
Además, las cifras económicas no son malas. Hemos cerrado el año con una inflación del 5,6%, por debajo de la media europea, y la recaudación fiscal ha alcanzado un récord, con un incremento del 17%.
Gracias, a ese plus de ingresos, por cierto, se pueden conceder ayudas, como el famoso cheque de alimentación de 200 euros a personas vulnerables, que, por cierto, ya no se sabe si alguno podrá cobrarlo de verdad, y se pueden anunciar rebajas del IVA en alimentos, algo que, sin embargo, apenas está notándolo lo consumidores. ¿Fuegos de artificio?
El paro registrado, al menos tal como lo contabiliza el ministerio de Trabajo y con la polémica de los fijos discontinuos, ha bajado de los tres millones, la menor cifra desde hace 15 años. La tasa de crecimiento será ligeramente positiva en 2023, en torno al 1,3%.
Parece que, con estas cifras, la vida nos sonríe. Sin embargo, apenas se cuenta que España es la única potencia europea que no ha recuperado todavía el nivel de PIB previo a la pandemia. Y no lo logrará hasta 2024. Por supuesto, esto no se comentará ni por el Gobierno ni por sus terminales mediáticas.
Pedro Sánchez piensa en un año triunfal también porque, en los últimos meses de 2022, se ha dedicado a cerrar, como sea, todas las puertas complicadas, con la idea de empezar el nuevo año en blanco.
Empezando por unas presupuestos ya aprobados, ha despejado problemas como la eliminación del delito de sedición, el maquillaje en el de malversación, ha sacado adelante, a trancas y barrancas, con precipitación y hasta con nocturnidad, una serie de leyes engorrosas, como la del “solo sí es sí”, la trans, la del maltrato animal... que eran en gran parte deudas contraídas con los socios de gobierno.
Por si falta algo, en un año electoral como es 2023, Pedro Sánchez podrá romper las cadenas que hoy le atan a Esquerra y a Podemos, y concurrir ligero de equipaje.
En el caso de los independentistas catalanes, le vendría bien hacerlo antes de mayo, para así poder disputarles ayuntamientos tan decisivos como Barcelona. De hecho, Sánchez ha enviado mensajes a Salvador Illa para que presente una moción de censura contra Pere Aragonés, y así desengancharse de ERC precisamente de cara a las citas electorales próximas.
El presidente del Gobierno maneja todas esas bazas positivas para hacer de 2023 el año triunfal con que sueña. Pero tiene un problema, que no parece pequeño: las encuestas. Sin tomar en consideración el desprestigiado CIS, casi todas dan mayoría a la suma de PP y Vox. Y no parece una cuestión menor.
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