José Apezarena

Sánchez, ¿por qué nos ocultas la verdad? Y ¿por qué haces todo tarde?

Pedro Sánchez anuncia las medidas del estado de alarma el 14 de marzo de 2020.
Pedro Sánchez anuncia las medidas del estado de alarma.

Angela Merkel ha sido absolutamente clara con sus compatriotas sobre lo que les espera respecto a la pandemia de coronavirus en el país. Desde el principio les dijo que el setenta por ciento de los alemanes (siete de cada diez) se verán infectados.

Mientras, en España, el presidente del Gobierno se ha demorado incomprensiblemente en tomar el mando, llega tarde, y, sobre todo, no está siendo claro con los ciudadanos. No dice la verdad. O, dicho de otra forma, nos engaña.

A lo mejor no desea desvelar la realidad de la situación, no solo presente sino sobre todo futura, para no asustar más. No lo sé. Porque todo indica que aquí ocurrirá algo parecido a la previsión para Alemania, respecto a cuántos sufrirán la enfermedad.

Los médicos se mantienen en contacto unos con otros, por toda España, tienen acceso a lo que se escribe en los foros especializados, y se muestran alarmados desde hace semanas con la información de que disponen. He escuchado a uno de ellos, persona solvente y profesional, y este es el resumen que hace de la situación.

¿Por qué el COVID-19 es enormemente peligroso? El peligro de un agente infeccioso está en la combinación de 3 factores: el vector de contagio, la morbilidad y la mortalidad. El COVID-19 tiene un vector de contagio entre 1,5 y 2,5, es decir, 3 veces superior a la gripe. Lo cual implica que su propagación es geométrica: 1-2-4-8-16-32-64-128-256...

Pero lo peor es que, a diferencia de la gripe y del SARS, que fue la última epidemia por coronavirus de 2003, se contagia también durante las dos semanas de incubación, antes de tener incluso síntomas.

En cuanto a la morbi-mortalidad, la conclusión es que todos nos vamos a infectar de coronavirus en los próximos tres meses.

Ahora bien, de cada 1.000 personas, 900 lo pasarán asintomáticamente, incluidos niños y jóvenes. 100 mostrarán síntomas. De esos 100, 80 lo sufrirán como una gripe muy dura: tos seca, dolor de cabeza y muscular: dos o tres semanas en casa pasándolo mal.

De los 20 que quedan, 15 desarrollarán una neumonía bilateral con dificultad para respirar, que requerirá ingreso hospitalario para administrar broncodilatadores, corticoides y oxígeno.

 

Los 5 restantes desarrollarán una fibrosis pulmonar que exigirá inmediato ingreso en la UCI con respiración asistida. De esos 5, tres morirán. Y los dos que se salven presentarán secuelas que obligarán posiblemente a un trasplante de pulmón.

Son las cifras que se manejan actualmente en la comunidad científica occidental, ya que los datos en China han sido peores pero porque su sanidad no está tan preparada.

Visto así, podría no parece tan grave. El problema es que, a diferencia de la gripe, ante la cual una parte de la población se vacuna y además ataca progresivamente a lo largo de cinco meses al año, está infección va en oleada, como se ha visto en Italia: en dos-tres meses se van a producir todos los contagios.

Haciendo cuentas, de los 40 millones de españoles, solo 4 millones van a tener síntomas. De ellos, 3.200.000 la pasarán como una gripe mala en casa. 600.000 necesitarán ingreso hospitalario con oxígeno. Y 200.000 necesitarán UCI.

El problema es que en España existen, entre el sistema sanitario público y el privado, solo 200.000 camas hospitalarias y 3.800 camas de UCI. El auténtico desafío no es la enfermedad en sí, a pesar de que tiene una morbimortalidad importante, sino que, debido a sus características epidemiológicas (una oleada infectando a toda una población que no tiene inmunidad previa) en cuestión de 2-3 meses, colapsará el sistema sanitario.

Eso significa que, cuando las camas hospitalarias y las UCI estén llenas, habrá que aplicar lo que se conoce como Medicina de Guerra. Es decir, cuando por cada cama que se quede libre haya 7 personas esperando, los profesionales tendrán que decidir, a quién atienden y a quién mandan a su casa diciéndoles que les enviarán un médico y una bombona de oxígeno, que en realidad no llegará porque también se habrán acabado.

La decisión se tomará en función de la edad y el estado general. Es decir, se escogerá a los más jóvenes, que tendrán más posibilidades de sobrevivir. Esto, sin contar el resto de patologías habituales graves y urgentes: infartos, ictus, accidentes de tráfico, etc. Y todo ello sin camas y sin UCI.

Puede parecer una película de ciencia ficción, pero está pasando ahora en el norte de Italia, país que hace dos semanas se encontraba como ahora España.

La sanidad madrileña se encuentra ya colapsada. Están diciendo a la población que, si presentan síntomas, no vayan a los hospitales ni a los centros de salud, ni llamen  al 112, sino que llamen al 900 102 112. Hay personas que se pasan toda la mañana llamando y no consiguen que les cojan el teléfono. Se espera que, al ritmo que se está propagando, la sanidad española colapse a primeros de abril.

¿Qué hacer entonces? Por poner un ejemplo, esto se parece a una lotería: es difícil que te toque, pero cuantas más papeletas compres, más posibilidades tienes. Por tanto, lo que hay que hacer es no comprar papeletas.

Es decir, durante las próximas semanas, salir exclusivamente a trabajar y a comprar al supermercado cuando sea necesario. No comer fuera, no ir a ninguna reunión de gente, no utilizar transporte público. Van a ser sólo unas semanas.

Si todos lo vamos a coger, ¿para qué aislarse tanto? El que una persona sufra la enfermedad asintomáticamente, como una gripe o necesite ingreso hospitalario, depende fundamentalmente de la edad y del estado inmunológico del paciente. Pero también de un concepto que se llama “carga viral”, es decir, la cantidad de millones de virus que han entrado en el organismo en el momento del contagio. Cuanto mayor sea esa carga viral, más daño puede hacer el virus a los pulmones mientras las defensas se organizan y fabrican los anticuerpos para defenderse.

Obviamente, no es lo mismo besar a un contagiado, respirar directamente gotitas de pflügge de un infectado, o tocar un objeto donde han caído esas gotitas hace 3 horas y luego tocarnos la cara. Son grados distintos.

Luego hay que intentar que, cuando se produzca el contagio, la carga viral sea la menor posible. Por eso se ha recomendado no acudir a reuniones ni a lugares públicos.

En el caso de las personas jóvenes, esa juventud hace que lo más probable es que la pasen asintomáticamente, pero, para reducir la “carga viral”, han de procurar evitar el transporte público, reuniones, comidas fuera, etc. durante las próximas semanas.

Hasta aquí lo que dice el médico citado.

Lo que parece claro es que este episodio quedará en la memoria de todos nosotros, y al cabo de los años podremos comentar cómo vivimos estas semanas.

A ese respecto, un conocido articulista recuerda la arenga de Patton a sus soldados, al comienzo de la película que lleva su nombre, diciéndoles: cuando vuestros nietos les pregunten qué hicieron durante la Segunda Guerra Mundial, no tendrán que responder: «Pues… acarreé estiércol en Luisiana». Del 11S o del 11M nos preguntan dónde estábamos. De la epidemia del coronavirus nos preguntarán qué hicimos.

“Podremos decir que contribuimos a pararla o que, por alocados, terminamos difundiendo más el virus. Podremos decir que nos quedamos unas cuantas semanas sin hacer nada, colgados de lo que echaran en Internet, o que aprovechamos para trabajar desde casa sin interrupciones, para pensar muchas cosas que necesitaban de meditaciones largas para las que nunca encontrábamos tiempo, para redescubrir la lectura o la escritura, para cuidar mejor a los nuestros, especialmente a los mayores, y para ayudar a los demás como supimos, pero desde casa”.

“También podremos decir que hicimos negocio a costa del dolor y de las vidas de otros, o que acaparamos como idiotas para complicar un poco más las cosas, o que sorteamos el estado de alarma para pasarlo bien sin preocuparnos del precio que tendrían que pagar terceros, o que en los días del coronavirus hicimos política de mentiras o comentarios pringosos en las redes. Uno elige qué contará a su nieto”.

Pues eso.

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