Fútbol y amor

Todos ya estaremos al cabo de la calle de cómo The Times culpó el jueves pasado a la periodista de Tele-5 Sara Carbonero de distraer a Íker Casillas, y por eso perder España el primer partido del mundial de fútbol. Me pregunto cómo ese influyente diario británico saca en portada algo que es más propio de otras publicaciones, pero ¡viva la libertad!

Les confieso que suelo apostar por poner algo de romanticismo a la vida, qué sería de nosotros si no. Tal vez por eso me resulta sugerente, estamos necesitados de ello, y hasta un buen ejemplo de relación estable, o en expectativas, entre una gran estrella del fútbol y una periodista.

Ante esa situación, me vino a la cabeza la genial película de George Cukor, “La impetuosa”, donde Katherin Hepburn da vida a una estupenda deportista dependiente de su novio hasta para jugar bien al golf. Tanto que se desconcentra tremendamente en el deporte en el que está a punto de triunfar. Sea como sea, ¿quién no se ha visto alguna vez superado por alguna circunstancia afectiva? Algunos dirán que será necesario un entrenamiento extra en inteligencia emocional o algo así. Bien, de acuerdo, pero para cuándo dejamos la espontaneidad y frescura del enamoramiento.

La cuestión que salta es ¿hasta qué punto podemos mezclar lo privado y lo público? Difícil equilibrio que los principales interesados, los famosos, no han de romper pues de lo contrario el morbo y la curiosidad malsana se abalanzaría sobre ellos. Un respeto es imprescindible, pero también la prudencia y el saber estar se han de ejercer con responsabilidad.

En nuestro país, en teoría está clarísimo el asunto, aparece negro sobre blanco en nuestra Carta Magna, Artículo 18: “Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”.

Ampliado con la Ley Orgánica 1/1982, de 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen. Cosa que no tiene por qué colisionar con la libertad de expresión, eso ya depende de la profesionalidad y honradez de cada uno.

También es verdad que el “Gracias, hasta luego”, con que Sara Carbonero acaba la entrevista a Casillas, le da un tono de familiaridad que a algunos tal vez sorprenda. Considero que no es para tanto, pues los novios no han tenido gestos extraños o fuera de lugar en ningún momento y eso ya es mucho en un mundillo donde lo que vende no es precisamente lo elegante y comedido.

En todo caso, estaremos de acuerdo en que conviene que les dejen en paz en lo que queda de Mundial y que cada uno haga muy bien su trabajo, sin endosarles injustas etiquetas que pueden trastocar su relación y profesión.

Y que Doña Leticia y el príncipe Felipe les den algún consejillo, pues seguro que en sus tiempos de noviazgo afinaron, y mucho.

 
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