Broncas y más broncas. Insultos cainitas, ceses, expulsiones y letras que le vencen al Presidente

Maragall le pone mala cara a Carod –valga la cacofonía- y echa a Esquerra del Gobierno de Cataluña. Y claro, el líder de los republicanos se enfada con Pasqual. Marín tiene bronca con Pujalte y también le pone de patitas en la calle. Blanco insulta a Acebes y Zaplana abronca a López Garrido. Qué país.   Evo Morales no se ha quedado atrás y pone de “chupa de dómine” a Rodríguez Zapatero. El Partido Popular está más que enfadado con el ministro Alonso y quieren que se vaya también a la calle a hacer compañía a Pujalte y a los de Esquerra.   El dueño de La Sexta nos regaña a todos y nos dice que somos perezosos en eso de poner antenas y que nos vamos a quedar sin ver el Mundial de fútbol.   Y hasta Dancausa tiene que llamar al orden a sus esposados conmilitones en la Asamblea de Madrid.   Aquí entre “caines” y “abeles” -que dice el ministro Alonso- no ganamos para sustos. Y entre los políticos a los que expulsan, los que quieren expulsar, los que echan del tripartito y las baronesas que se “tiran al bosque”, más los que salen a fumar, las calles no van a dar abasto.   El tripartito ha muerto viva... ese es el problema que nadie sabe qué va a pasar en Cataluña. Pasqual Maragall cesa a los cargos de Esquerra, se queda sin gobierno y va a ir tirando hasta el referéndum y hasta las elecciones que se dice serán en otoño.   ¿Estaba previsto ese calendario en La Moncloa? En Ferraz dicen que sí aunque no lo dicen en público. Dirigentes socialistas presumen de haber hacho en Cataluña lo que han querido, de haber instrumentalizado a Maragall, de haber utilizado como un pañuelo de usar y tirar a Carod y de conseguir lo que querían, que era llegar a las generales sin el agobio de un gobierno en Cataluña que nunca han considerado suyo. Para entonces lo previsto es que Artur Mas se siente en el despacho de Presidente de la Generalidad y la posibilidad de apoyo en el Parlamento de Madrid.   El riesgo, dicen, está calculado y además, de cara a una campaña electoral que se prevé dura, podrán presentar una cierta imagen de desmarque de lo que ha pasado en Cataluña.   La jugada es rara y presenta muchos interrogantes pero no deja de tener cierta lógica.   Pero hay otra realidad. Las letras le van venciendo al Presidente del Gobierno y algunas se convierten en bombas de relojería, es decir, tienen un tiempo.   El Estatuto de Cataluña le ha estallado entre las manos y no solo se ha llevado por delante el tripartito sino que a Rodríguez Zapatero le va a costar mucho eso de “yo no he sido”.   La votación en el Senado es sonrojante para cualquier gobernante incluso para Rodríguez Zapatero que -no hace mucho- teorizaba sobre las mayorías necesarias para que las reformas tuvieran un cierto tufillo de credibilidad. Ahora un 49% le vale. El discurso en el Senado suena demasiado a como sea.   Se están haciendo demasiadas cosas al como sea. Montar los líos y después mirar para otro lado puede costarle muy caro al PSOE, sobre todo en algunas autonomías cuyos candidatos intentan levantar la voz en Ferraz aunque nadie les haga demasiado caso.   Otegi tampoco ayuda. Él mismo se encarga de enfriar euforias. La verdad es que el batasuno no engaña a nadie. Afirma que sus declaraciones las interpreta él y que las ilusiones del Gobierno sobre sus apetencias democráticas y sus arrepentimientos no son tales y que, en cualquier caso, los administra él.   Navarra sigue siendo fundamental en las aspiraciones de Batasuna. El acercamiento de presos se va a convertir muy pronto en amnistía y, ante eso, los informes de Interior sobre la constatación del cumplimiento de la tregua suenan a broma.   Ha fracasado el tripartito y el pacto del Tinell y pueden fracasar las negociaciones con ETA antes de que Rodríguez Zapatero nos diga oficialmente a los españoles que existen tales negociaciones.   Cataluña es una letra que hay que pagar y se ha convertido en bomba de relojería y Batasuna y ETA no van a dar facilidades, entre otras cosas, porque las bases y colectivos de presos no se lo van a permitir.   La oposición afila los cuchillos y Acebes habla de basura en boca de López Garrido. Y el Estatuto de Andalucía va a ser otra letra impagada desde La Moncloa.   Asuntos capitales en una semana protagonizada -cada uno por su cuenta- por Maragall y por Otegi pero ambos apuntando – a su manera- a la línea de flotación del Gobierno.   Se le complican las cosas a Alonso por el “caso Bono”con el Partido Popular encabritado y los peones que protegen a Rodríguez Zapatero pueden empezar a desaparecer del tablero.   El espectáculo montado por los populares tanto en el Congreso como en la Asamblea de Madrid, lo único que ha conseguido es desviar atenciones y focos de luz. Lo ha dicho Eduardo Zaplana: “Nos provocan para desviar la atención”. Pues lo han conseguido.   Afrontar unas generales con una más que plausible dimisión del ex ministro de Interior y actual titular de Defensa es algo que Rodríguez Zapatero no se puede permitir, pero el impedirlo va a suponerle demasiados pelos en la gatera.   Y hoy por hoy, el Presidente del Gobierno tiene que transitar por demasiadas gateras.

 
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