Y Carmena armó el belén

Habíamos quedado en que las llamadas ocurrencias de Carmena, son más bien maldades de Carmena. Aparte de la limpieza y los ocupas, la alcaldesa de Madrid, parece estar obsesionada por todo lo que de lejos huela a religión –preferentemente la Católica- y por todo lo que suene a manifestación de fe.

Pero Carmena es una alcaldesa de ida y vuelta. Va –es un decir- con el desplante que hizo a la Virgen de la Paloma o con el asunto de los belenes, pero inmediatamente vuelve –otro decir- y nos anuncia su intención de ofrendar, devota, a la Virgen de la Almudena. Bien está.

Pero Carmena y quién dirige a Carmena, o Carmena y los que son dirigidos por Carmena, van midiendo los tiempos y aunque su maldad sea la misma, pretenden engañar a incautos y crédulos con esas monsergas del tira y afloja. De aquí tiro y suelto lo de los belenes y, enseguida, aflojo con lo de la Almudena y estos se lo creen o por lo menos siembro la duda de que la maldad sea solamente una ocurrencia. Tanto ha sembrado la duda –la siembra forma parte de la maldad- que ya hay quienes afirman a los cuatro vientos que el asunto de los belenes no es solamente un manifestación religiosa sino que se trata de una tradición y de cosa de arte e historia, y es que las maldades siempre encuentran eco en la memez.

Claro que el belén supone algo tradicional, claro que hay belenes que son puro arte y claro que son parte de la historia, pero lo que suponen y son los belenes, por encima de todo, hay que buscarlo en el reflejo popular de algo que ocurrió hace más de dos mil años –mucho antes de que naciera Carmena y el ideólogo al que se aferra Carmena- que ha resultado trascendental para la humanidad, que ha resistido el paso de los siglos y que sigue lo suficientemente vigente, como para que Carmena siente los reales de sus maldades precisamente en ese reflejo popular.

Porque mal que le pese a Carmena y a sus maldades y a los tontos útiles que hablan de tradición y de arte y de historia, lo que los belenes escenifican es un acontecimiento histórico que es el eje de toda la humanidad. Un eje que sigue vivo a pesar de ateos, agnósticos, tontos y malos.

Burdo engaño para encubrir una maldad más de Carmena por mucho que se disfrace de circulación rodada, de aglomeración humana o de esquimal. Una maldad a la que siempre le da por lo mismo.

Se pondrán los paños calientes que se quiera y se paliará el efecto negativo aprovechando la festividad de la Virgen de la Almudena, pero la realidad es el ataque continuado, frontal y sistemático a todo lo que suene a creencia religiosa y a manifestación de esa creencia.

A lo mejor, si alguien hubiera informado a Carmena de que, en el fondo, la Sagrada Familia, esa de los belenes, actuó en Belén como los ocupas para lo que todo se le hace poco a la alcaldesa, la cosa hubiera cambiado.

 
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