Europa hoy: ZP, un presidente insólito

Al igual que hay preguntas insólitas sobre Europa, hay presidentes europeos insólitos. Un presidente insólito es el que, fuera de toda realidad, presenta unos objetivos más o menos improvisados y a las primeras de cambio recibe un ‘chorreo’ generalizado que va desde los más conspicuos rotativos del continente hasta jefes de gobierno.

Un presidente insólito es aquel al que sus segundos tienen que salir, capote en mano, al ruedo de la opinión pública a aclarar lo ‘inaclarable’ y a desmentir lo ‘indesmentible’.

Un presidente insólito es el que desconoce lo que suponen los cambios funcionales derivados del Tratado de Lisboa y se encuentra de cara con la realidad de que todo lo más que va a tener es una co-presidencia muy mermada en lo ejecutivo.

Si ese presidente insólito quiere desconocer la realidad económico-social de su propio país y se tira a la piscina seca de las sanciones, no sólo es que sea un presidente insólito sino que además es un presidente demasiado vulnerable.

Que a estas alturas se alabe la iniciativa de Rodríguez Zapatero de reunirse con los responsables de las grandes industrias europeas para poner en marcha la común idea de potenciar el coche eléctrico, constituye una muestra clara de que esa puede ser toda la cera que arda en la presidencia de turno española o la única cerilla que le dejen prender en solitario.

María Teresa Fernández De la Vega tuvo que coger el primer vuelo que encontró y marcharse a Bruselas a besar a Durao Barroso mientras Moratinos hacía ejercicios de equilibrio diplomático para hablar de lo que el presidente no había dicho y López Garrido se inventaba una tramitación farragosa e inexistente.

El problema de Europa no es dar ideas –de esas que a Rodríguez Zapatero le sobran- sino hacer. Y hay que hacer lo que, por ejemplo, ha dicho Catherine Ashton: ‘Una Unión Europea creíble y con una sola voz’.

De momento, el presidente insólito ya ha hablado con varias voces. De la Vega, Moratinos y López Garrido se han contradicho, le han desmentido, han negado la realidad y al final nadie ha dicho nada. Mientras nos comentan que no hay discrepancias con Alemania, Alemania pone el grito en el cielo con el asunto de las sanciones, y mientras los adláteres del presidente insólito niegan lo de las sanciones, la prensa extranjera nos llama de todo menos ‘bonitos’.

Puede que Rodríguez Zapatero tire la toalla, ejerza en Europa de florero, coloque el sillón de Van Rompuy en el centro del corro y se traiga el ramo del florero a casa para intentar rentabilizar la presidencia insólita en menesteres domésticos. Pero aún así, la tarea no es fácil porque Europa no está muy por la labor de aguantar sonrisas vacías y palabrería hueca para exponer objetivos sin sustancia.

 

Hasta Moratinos hace frases. El ‘vamos a por ellos’ suena más bien a los tiempos de Luís Aragonés que a los objetivos imprecisos del presidente insólito.

Ahora solamente falta que los europeos cojan el rábano del ‘a por ellos’ por las hojas de la batalla deportiva y además de reírse se molesten.

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