Por la boca… Del brazo doblado de Feijóo a los dos brazos rotos de Sánchez

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo (i) y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), durante una reunión en La Moncloa, el pasado mes de octubre

La ventaja que tienen los argumentarios/memeces de Bolaños es que son reversibles y que todo lo que dice sobre Feijóo se puede predicar de él mismo, de Sánchez y de su Gobierno, de sus coaligados y hasta de los asesores, incluido lo de las piernas temblorosas.

A pesar de sus errores (como su dedicación, hasta ahora exclusiva a los asuntos de la economía, olvidando los problemas ideológicos y de convivencia que está dejando en España Sánchez) y a juzgar por jauría rugiente montada desde La Moncloa con ministros y afines contra él, Feijóo cabalga. Su credibilidad, su consistencia como político y sus posibilidades de ganar las elecciones, se hacen cada día más evidentes si se atiende al encono y a la rabia con las que vierten sus calificativos desde la izquierda, mediática y no mediática.

Una vez más se repite la historia. Sánchez desde Senegal o desde Kenia, desde el Falcon o a bordo del tren de la bruja (dicho sea sin ánimo de señalar) o levitando en Sevilla por el recuerdo de “su triunfo” electoral en 1982, le dice, es un suponer, a Bolaños: “anda expele una chorradita para que te oigan estos señores de la derecha” y Bolaños se reúne con la multitud de asesores, y va y dice eso del brazo doblado, de la ineptitud de Feijoo y  lo descalifica como interlocutor porque está chantajeado por las oscuras fuerzas de la extrema derecha que están camufladas tras el humo de los puros.

La ventaja que tienen los argumentarios/memeces de Bolaños, es que son reversibles y que todo lo que dice sobre Feijóo, se puede predicar de él mismo, de Sánchez y de su Gobierno, de sus coaligados y hasta de los asesores, incluido lo las piernas temblorosas

Así pues y siguiendo la doctrina de Bolaños, Sánchez no es interlocutor válido porque la extrema izquierda, le ha doblado el brazo (le ha roto los dos brazos desde la moción de censura)  y Sánchez no tiene criterio y está chantajeado por los comunistas de Podemos, por los separatistas de la Esquerra y por las oscuras fuerzas de la izquierda extrema y Sánchez no está capacitado para Gobernar -a la vista están los resultados de su gestión- y Sánchez está fuera de la Constitución, a juzgar por algunas de las opiniones del Tribunal Constitucional respecto a varias de sus decisiones desde el Gobierno. A Sánchez le tiemblan las piernas, porque el Partido Popular, harto de sus trapicheos y de sus mentiras, le ha descuajaringado de un plumazo sus planes oscuros para hacerse con el Constitucional y con el Poder Judicial y, ahora, con los comunistas de Podemos, con los separatistas de la Esquerra y con los proetarras de Bildu, tiene que volver a empezar para hacerlo por las bravas y cambiar la ley a base de rodillo.

Pero lo más divertido de Bolaños -que no deja de tener un cierto gracejo- es cuando descalifica a Feijóo como interlocutor. En el discurrir de la política, los interlocutores de las distintas formaciones son designados, elegidos o nombrados, por esas formaciones que deciden, en el ejercicio de su soberanía interna, quién o quiénes han de participar, en nombre de esos partidos, en negociaciones, pactos y conversaciones con las otras fuerzas políticas, con independencia de los gustos de los que se sienten en la negociación. No deja de ser chusco que Bolaños y su jauría de vociferantes, se arroguen la facultad de decir al Partido Popular quien debe ser el interlocutor que, en su nombre, desempeñe las funciones de contraparte en cualquier situación de diálogo o confrontación.

Bolaños no rechaza a Feijóo como interlocutor, Bolaños está rechazando la interlocución del Partido Popular, en un asunto tan grave como el que se está ventilando en torno al Poder Judicial.

Entonces ¿quién ha roto la baraja?

La carcajada: Dice Revilla: “Lo de Cataluña lo ha resuelto Pedro y era el gran problema de España. Ha solucionado el tema catalán, una gran preocupación de todos. Hay que darle ese triunfo.

 
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