Es inminente la dimisión de Tezanos

El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos
El presidente del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), José Félix Tezanos

La dimisión de Tezanos, como se desprende de forma inequívoca de sus propias aseveraciones ante los diputados, va a ser inminente. Un hombre con esas ideas y con esos planteamientos personales, profesionales y políticos, tan acertados y tan bien argumentados, sobre las exigencias de alguien que está dedicado al estudio y a la difusión del estado de la opinión pública y más si lo está en un organismo público, no puede permanecer en su puesto ni un minuto más.

Ante la comparecencia en el Congreso, de este probo servidor público, de este socialista sin mácula (estuvo preso por defender su ideología), este señero profesional de la demoscopia, este valiente defensor de la verdad, este paladín de la libertad de expresión, este individuo bondadoso que nunca ha insultado, este abanderado de la ideología de los ministros, este campeón de la pertenencia de los altos funcionarios a un partido y, en definitiva, a la vista de lo que este gran hombre en el ejercicio de su libertad ha dicho ante la Comisión de Presupuestos, nadie en su sano juicio y con un mínimo de solvencia y buena fe (Sánchez dixit), puede dudar de que su dimisión al frente del CIS  es inminente.

Porque un socialista que dice “puedo tener opiniones y expresarlas libremente”, no puede permanecer ni un minuto más en un puesto para el que ha sido designado por quien no permite (salvo pena de defenestración) la menor discrepancia con sus planteamientos dentro del mismo PSOE y a cuyo servicio está de forma incondicional.

Porque alguien que con tanto ardor defiende la profesionalidad y el buen hacer de quienes trabajan en el CIS, no puede permanecer ni un minuto más en un cargo desde el que cada día se contribuye de forma inequívoca al desprestigio de esos profesionales y al desmoronamiento de la institución en la que trabajan.

Porque alguien que defiende el derecho de los ministros a tener su propia ideología, no puede “traspasar” ese razonamiento al titular de un Instituto altamente profesionalizado y con unos cometidos que deberían estar totalmente alejados de cualquier ideología, no puede permanecer ni un minuto más en su puesto.

Porque quien acusa de estar al servicio de un partido al resto de los institutos privados que investigan la opinión pública, no puede permanecer ni un minuto más al frente de una entidad demoscópica de carácter público dependiente de los presupuestos Generales del Estado, haciendo gala de su ideología y de su militancia en un determinado partido.

Porque Tezanos que como ciudadano tiene todo el derecho a expresar sus opiniones, no puede hacerlo tan desenfadadamente aprovechando su situación en un cargo oficial y la repercusión que sus afirmaciones y opiniones puedan tener, y hacerlo desde una comisión parlamentaria y diciendo:

“Yo he estado en la cárcel por defender mis ideas y publicarlas donde se podía” (magnífico aval profesional)

“Puedo tener opiniones y expresarlas libremente y sin coacciones” (pero no en el ejercicio de un cargo público, sino como ciudadano de a pie)

 

“Quienes cuestionan encuestas cuando no les son favorables son unos perdedores” (él, entonces, es un perdedor)

“El CIS actúa con total objetividad; su imagen no está deteriorada. Sus métodos son los más fiables y los más rigurosos” (la realidad y los continuo fallos demuestran lo contrario)

“Lo importante de las encuestas son las tripas. Defenderse de las encuestas es algo extraño” (él se defiende de las encuestas de los demás y lo de las tripas da que sospechar)

“España es un país de izquierdas. Que los populares no se hagan muchas ilusiones con Andalucía” (amenaza o premonición inadmisible en un cargo público)

Por todo lo cual, la dimisión de Tezanos como se desprende de forma inequívoca de sus propias aseveraciones ante los diputados va a ser inminente porque un hombre con esas ideas y con esos planteamientos personales, profesionales y políticos sobre las exigencias de alguien que está dedicado al estudio y a la difusión del estado de la opinión pública, y más si lo está en un organismo público, no puede permanecer en su puesto ni un minuto más.

Lo dice él mismo y son sus propias exigencias. Es cuestión de aplicarse su propio cuento.

La carcajada: Dice Montero, la de la cosa fiscal, sobre la ley trans: “En este país sobran aquellos que juegan permanentemente al enfrentamiento entre diferentes sectores de la población, entre los territorios o entre generaciones”.

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