Morbo en verano

Una pila de periódicos de papel.
Una pila de periódicos de papel.

Soy de los que piensan que el periodismo puede contribuir a mejorar la sociedad, las personas. Y digo “puede” porque de lo contrario no me dedicaría a ello, sobre todo cuando se ve lo que se ve, se lee lo que se oye. El asesinato en Thailandia copa estos días páginas y espacios televisivos: Edwin y Daniel, no hay que decir más, pues todo el mundo sabe casi todo del caso.

Con la hipoteca de las audiencias o lectores únicos, que determinan los ingresos publicitarios, no es nada fácil un periodismo de búsqueda de la información real, huir del sensacionalismo y no caer en morbo o lo que fácilmente atrae lectores.

El eterno dilema: los medios de comunicación son un reflejo de la sociedad y, a la vez, influyen en los cambios o hábitos sociales. Sin embargo, no todo vale por la audiencia, explotando el morbo un día sí y otro también, la sexualidad o los dimes y diretes sin importar apenas si son calumniosos.

Por eso se requiere elegir los medios que se proponen un periodismo riguroso, exigente, sin venderse al sensacionalismo barato. Por calidad y hasta por higiene mental.

La higiene mental, y sin querer precisar un término meramente coloquial, es muy importante, algo previo a lo que podríamos denominar “salud mental”, expresión que cada vez es más frecuente, tal vez porque observamos que se deteriora.

Hay quienes defienden que la salud mental se tiene o no se tiene, como algo en lo que poco podemos influir, salvo ir al psicólogo o al psiquiatra. Discrepo. Si se cuida la higiene mental, la salud también está en buena parte en nuestro terreno.

Y estas semanas de agosto ofrecen algunos ejemplos, sobre cómo se puede cuidar o no la higiene mental. Hablaba con un colega que, en estas semanas, con tres cuestiones se llenan muchos medios de información: el asesinato en Thailandia, el calor y los viajes. 

Especialmente nocivo me parece  el tratamiento que se está dando al asesinato en Thailandia, del que no hace falta dar ningún detalle, porque observo que la mayoría está muy pendiente del mínimo detalle, a mí me parece que con morbo excesivo, muy excesivo: familia conocida, actores, país exótico … Lo tiene todo para polarizar y obsesionar, como si en la vida no hubiera más noticias, y sobre todo que se salgan de un morboso asesinato. 

La higiene mental depende en buena parte de nosotros, no de la sociedad ni de ciertos programas televisivos o informaciones. Hay que tener criterio para discernir no lo que tiene interés, lo que nos ayuda, o lo que nos hace daño, a nosotros y a nuestra familia. Pendientes todos de un asesinato, pero las muertes de inmigrantes por ahogamiento en el Mediterráneo nos pueden hacer la piel dura, insensible, como alguno ya rutinario. 

 

Echo en falta noticias estimulantes, positivas. Por ejemplo, de iniciativas de voluntariado de jóvenes y mayores en estas fechas, sacrificando sus vacaciones o una parte de ellas en beneficio de los demás. Son noticia, pero apenas se publican. Y las hay.

Sobre el “otro gran tema” de conversaciones e informaciones, el calor, pienso que es obsesivo, y hace a ciertas personas muy vulnerables psicológicamente. En vez de pensar en otras cosas, el calor les bloquea. A los mayores o niños, hay que cuidarles especialmente, pero una persona normal no puede estar obsesionada con el calor.

Ahora ya hay otro tema: ¡ha empezado la Liga de fútbol! Y la buena noticia de que la selección femenina de fútbol jugará la final del Mundial. Y pendientes de Puigdemont, de Junts, para gobernar en este país, ¡el colmo! Pero de Mbappé paso, de verdad, y de las cifras desproporcionadas en fichajes y salarios de futbolistas. 

Hay modos mejores de descansar sanamente esos días, con media España en fiestas, en sana convivencia de familias y amigos. Pasar tiempo con los amigos y la familia -¡sin estar pendiente todo el tiempo del whatsapp! – o leer nos generan o pueden generar muchos más beneficios.

De todas formas, reflexionemos: si se explota el morbo, es porque se lee. Algo de responsabilidad también hay en los lectores o espectadores.

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