Paco González ya tiene quien le escuche en la COPE

El primer hecho reseñable justifica las palabras del consejero delegado del Grupo Prisa: muy pocos dudan ya de que la Cadena SER ha gestionado de forma desastrosa esta crisis. Augusto Delkader, principal responsable de lo sucedido, y Daniel Anido, no previeron suficientemente el ‘tsunami’ que se les venía encima.

Si alguien albergaba dudas sobre las formas empleadas, el comunicado difundido por la empresa el 11 de agosto hizo el resto. Una nota que faltaba al respeto a los ex profesionales de la casa llamándoles “individuos” y “becarios”, que demostraba una enorme ingratitud hacia quienes tanto habían dado a la compañía, y que olvidaba que, al fin y al cabo, nos encontramos en una economía de libre mercado donde las personas pueden cambiar de empleador sin pedir permiso a nadie. Algo que también ha pasado factura a la SER.

Un ejemplo: nada de este caso ha dolido tanto a la familia Polanco como la marcha a la competencia de Juan Carlos González (Xuancar). Era el hombre de confianza del Grupo Prisa en Canarias, allí donde la sociedad posee intereses económicos importantes. Hasta el último momento, intentaron retenerlo. En vano. Xuancar se ha marchado dando un portazo: dejando claro que ni le han gustado las formas empleadas, ni el vejatorio comunicado de marras. Ahora es el máximo responsable del área de Deportes de COPE.

Y la fórmula de los ‘disidentes’, funciona. Ya hay previstos ingresos publicitarios en COPE por los ocho millones de euros en los que se ha cifrado la operación. La llegada de Paco González & Cía está provocando además que la percepción de los ciudadanos sobre esta cadena cambie: ya no es advertida como una emisora antigua, conservadora y atávica, sino como una radio moderna, fresca, divertida y osada. De eso se van a beneficiar, sin duda, el resto de locutores (y los contratos publicitarios que estos puedan cerrar). Y hay más.

La COPE estaba abocada a la desaparición. El último Estudio General de Medios la había sepultado al cuarto lugar por audiencia (detrás de la SER, Onda Cero y Radio Nacional). Pero ahora, con el fichaje del nuevo equipo de Deportes no sólo ha encontrado un salvavidas sino que se ha situado en condiciones de aspirar de nuevo al segundo puesto, que se disputará con Onda Cero.

A esto hay que sumar el ‘agujero’ publicitario que va a provocar esta salida en la propia SER. Los directivos de la Gran Vía estimaban en unos 500.000 oyentes la fuga de audiencia que podía producirse durante los primeros meses de la temporada. Habrá que ver cómo se comportan los anunciantes pero el tema es altamente sensible: los deportes de la SER suponen un 60% del total de ingresos por publicidad de la emisora. Ahí es nada.

Otras conclusiones:

-- Lo sucedido supone un serio aviso a navegantes con poder de decisión en las empresas: la amistad es una variable que hay que manejar cuando se trabaja con profesionales de la comunicación. Es así. El trasvase de estos 50 profesionales no se puede entender sin atender a esta derivada. Aquí el dinero no ha sido el detonante. Y el mantra que se repite ahora en la SER (“lo importante no son las estrellas sino la marca, el equipo”) no resulta del todo creíble.

-- Se confirma, por otro lado, que la clase periodística tiene un punto de locura. Son capaces de liarse la manta a la cabeza, de apostar por un salto mortal con tirabuzón laboral, siguiendo un romántico proyecto que bien podía haberles llevado al fracaso más absoluto. Alguien dirá que la pirueta se hizo con red de protección: se han firmado contratos que, en bastantes casos, han multiplicado por tres los emolumentos que estaban recibiendo. No les falta razón. Máxime cuando en maniobras similares se suele pactar además una cláusula que asegure la continuidad del plan.

 

-- Tratar bien a las personas acaba siendo rentable. Y su contrario: un empresario grosero y montaraz tiene muchas papeletas para acabar siendo devorado por el propio monstruo que ha creado.

-- Los dirigentes empresariales deben tomar en cuenta, cada vez más, el insustituible papel que juegan ahora las redes sociales. Ni el propio Paco González había testado cuál era su nivel de popularidad entre los oyentes… hasta que llegaron Twitter y Facebook a sacarle de su inocencia. Por otro lado, ese hilo directo con los ciudadanos no tiene parangón en cuanto a capacidad de movilización y a la generación de adhesiones.

Posdata. Habrá que analizar también la actuación de la propia Cadena COPE en el despido de su anterior director de Deportes. La emisora no lo ha hecho bien con José Antonio Abellán, al que despachó con un burofax de juzgado de guardia. Pero eso es otra cuestión.

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