Bajas colaterales

Por estos tiempos la terminología militar es lugar común, ya sea por los ataques terroristas, las guerras inútiles o el ascenso de jefes de estado y gobierno, congresistas y otros dignatarios en países involucrados en conflictos o procedentes de cuerpos armados.

Me pregunto si para ciertos ilustres dignatarios, los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos, los defensores de los derechos humanos y la democracia, y el pueblo de Cuba, seríamos bajas colaterales. Prefieren regodearse paseando con los homólogos cubanos, a quienes corresponden con frases encomiásticas por los grandes logros de los 50 años de revolución (léase Poder Absoluto, totalitarismo). 

Algunos de ellos nos han defraudado porque en sus países han surgido de cruentos sufrimientos, dictaduras y lucha por la justicia social, pero para llegar al archipiélago cubano han dejado todo eso en casa. Se justifican insinuando que buscan influir sobre el gobierno para impulsar los cambios. Los hay que podrían recibir a cubanos que digan no ser opositores ni disidentes, porque desde hace unos años esas palabras horrorizan. Incluso, amigos recomiendan que se deje de utilizar esas definiciones, ya que causan problemas por el rechazo del gobierno de Cuba y su imposición de la condición de no reunirse con esos contrarrevolucionarios, mercenarios al servicio del Imperialismo Yankee. En realidad esa terminología está pasada de moda, dicen.

El caso es que ha sido el totalitarismo cubano, el que ha declarado NO PERSONAS a quienes hemos pretendido expresar nuestros criterios con deseos de contribuir a mejorar nuestra sociedad, y ha enviado a muchos a prisión, bajo cargos falsos, y por tantos años como resista su cuerpo y su mente, así como expulsado de los trabajos y muchísimas cosas mas. Hace años a personas con esas situaciones se les denominó internacionalmente disidentes u opositores. Pero parece que por estos tiempos resultan muy incómodos esos sustantivos.

No me perturba ser denominada lo uno o lo otro. Podemos sentirnos satisfechos de que se nos diera la denominación adecuada, que no es, por supuesto, la que falsamente nos cuelga el totalitarismo. Podemos reconocernos como activistas de derechos humanos, defensores o luchadores por la democracia, miembros de la incipiente sociedad civil de Cuba, porque lo somos. De hecho tenemos nombres propios, somos conocidos, pacíficos y queremos el entendimiento entre todos los cubanos y amamos nuestra Patria. Pero, ciertas personalidades no han osado encontrarse con nosotros por pánico a enfadar a las autoridades que representan el pasado, que han destruido el país en todos los sentidos.

En realidad, las bajas colaterales en la guerra son la población civil inocente. Por tanto, estoy orgullosa de pertenecer a esas potenciales bajas colaterales, que se presentarán súbitamente a las eminencias, como ocurría a Pinocho con su conciencia. Sobre todo verán a Pepe Grillo cuando recuerden a los dirigentes cubanos diciendo que aquí no hay presos de conciencia ni reos políticos, que hay libertad de opinión y asociación, y tantas falsedades más. Esto no es cuestión de palabras más o menos, sino de seres humanos y del futuro de Cuba.

 
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