Gordos malcriados

Parece que ya no tenemos que pasearnos por las calles de las principales ciudades de Estados Unidos para toparnos con niños obesos, ahora los podemos encontrar en nuestra cálida España. Por lo visto la mala alimentación y la falta de ejercicio hacen estragos en nuestros niños.

Así lo indica el reciente estudio realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, en el que se confirma que el 25% de los niños que estudian en colegios públicos sufren problemas de exceso de peso llegando incluso a la obesidad, el 21% afecta a los que van a escuelas concertadas, y un 15% alcanza a los niños de los colegios privados. En el programa participaron 14.000 escolares de edades entre los 3 y los 12 años, de las cinco ciudades que se apuntaron al proyecto Thao-Salud. El fin del proyecto es el de mejorar la salud de los escolares, modificando los hábitos alimentarios y reduciendo el sedentarismo. Las primeras conclusiones fueron presentadas por la ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Jiménez, en La Coruña, en uno de los 67 colegios que han colaborado en esta iniciativa. La ministra ha considerado la obesidad como una de las principales amenazas públicas para la salud, y apoya el objetivo del programa como un remedio a estas cifras pavorosas.

Es evidente, que el problema de sobrepeso de la criatura, no reside en los menús de los colegios. Sí, en cambio influye el nivel de estudios y la renta de los padres del niño. La poca formación en nutrición y la excesiva permisividad de los padres con la alimentación de los hijos hace que la obesidad infantil sea mayor.

El informe señala como uno de los principales retos enseñar a adquirir hábitos saludables en la escuela, para luego incorporarlos en la vida cotidiana de las familias. ¿No será acaso más efectivo dar las pautas y recomendaciones a los padres? Las escuelas podrían impartir cursos para enseñar a los padres una adecuada conducta a la hora de comer. El ministerio de Sanidad parece desconocer los beneficios de la comida familiar. Comer en familia –todos los miembros juntos- promueve la alimentación saludable porque aumenta la posibilidad de que los niños coman los 400 gramos de verduras y frutas que recomienda Sanidad. Además, previene no sólo los trastornos alimentarios, sino también los problemas de conducta. Es el mejor momento de la jornada para hablar en familia, comentar las novedades del día; las preocupaciones y las alegrías, y por supuesto para aprender, no sólo los típicos modales de conducta, sino también nuevos y enriquecedores conocimientos.

A fin de cuentas, por mucho que al niño le digan en el colegio qué y cuánto ha de comer, no va a ser él o ella quien decida el menú familiar, ni va a escoger los alimentos a incorporar al carrito de la compra. Y si lo que impera en casa es el permiso paterno para comer a la carta, el niño seguirá nutriéndose a su antojo a expensas de un frigorífico, abierto a cualquier demanda del habitual consumidor.

 
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