Mercaderes del dolor de las madres

Miguel Ángel Martínez, vicepresidente del Parlamento Europeo, gestiona el dolor de las madres cubanas. Los días 18, 19 y 20 de marzo, cuando las progenitoras de 54 prisioneros de conciencia sufrían el sexto año de prisión injusta de sus hijos, y Ada Borrego estaba ya en el cementerio, el distinguido Eurodiputado de España explicó en el Noticiero Internacional de la televisión cubana la movilización mundial que realiza para exigir a la Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos que se revise las condenas a los cinco cubanos acusados de espiar en ese país.

Junto a él estaban madres, esposas, hijas y hermanas de los 5, quienes desde hace años viajan el mundo, incluidos los Estados Unidos, procurando la liberación de sus seres queridos. Indudablemente los familiares y sobre todo las madres sufren a cada instante por sus hijos, sin que el color político, racial, étnico ni la ubicación geográfica las diferencien. 

Pero el ilustre Vicepresidente no sólo establece discriminación, sino que ofende en el territorio de un mismo país, Cuba, a las madres, esposas, hijas, hermanas, tías, padres e hijos de los 75 pacíficos amantes de su pueblo y su Patria, secuestrados de sus hogares ultrajados por una oleada represiva descomunal, y condenados hasta a 28 años de cárcel. Su encierro fue considerado arbitrario por el Grupo de Trabajo de Detenciones Arbitrarias de la ONU y Amnistía internacional los consideró prisioneros de conciencia en junio de 2003,.

¿Qué puede decir el Sr. Miguel Ángel Martínez a las madres de los tres jóvenes negros fusilados durante aquella Primavera Negra de 2003? Ellos cometieron el error de secuestrar un barco sin ocasionar hechos de sangre, para cumplir con lo que siempre oyeron del gobierno: si esto no te gusta, te vas.

Seguramente no sabe el Eurodiputado que Miguel Valdés Tamayo, murió el 10 de enero de 2007 en un hospital de La Habana, porque durante su encierro en diminuta e inhóspita celda de las horribles cárceles cubanas su corazón se desgarró y cuando recibió licencia extrapenal por la demanda de su esposa y el mundo, y para que no falleciera en cautiverio, ya era demasiado tarde. Mucho lo hostigaron los oficiales de la Seguridad del Estado durante los meses que Miguel estuvo “libre” para que abjurara de sus convicciones.

Podría afirmar algún mal pensado que el Sr. Martínez procura impresionar al electorado con sus gestos de humanidad antes de las elecciones para renovar el Parlamento Europeo. Conociendo al digno y solidario pueblo español creo que no aplaudirá la mezquindad del socio durante muchos años del totalitarismo cubano. 

Su compañero de viaje fue el Sr. Luois Michel, comisario para la Cooperación y la Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea, quien ha limpiado su conciencia diciendo que en las reuniones para abordar la colaboración con el gobierno se trataron todos los asuntos, incluidos los derechos humanos, pero que es tremendamente difícil actualmente el asunto de los presos, según las agencias de prensa. No se aprecia claramente una referencia a “prisioneros de conciencia y políticos pacíficos”, posiblemente para satisfacer al gobierno de La Habana que niega su existencia, aduciendo que todos son contrarrevolucionarios, mercenarios al servicio de Estados unidos.   En Cuba todo el mundo piensa igual, logro maravilloso de un sistema que ha igualado las mentes y las voluntades, según parecen creer hasta los ilustres visitantes. En realidad el Sr. Michel no requerirá votos, porque cesa en junio en sus funciones, y seguramente ya tiene muy bien agarrado su próximo puesto, quizás los negocios con alguna isla antillana.

Las mujeres de los 75 viajaron a la capital desde toda Cuba, a pesar de los ojos cerrados de sus excelencias, de la represión de la policía política que las vigiló, amenazó, cortó teléfonos y las bajó de autobuses. Las que no pudieron llegar en esta ocasión, lo harán en otra futura. Durante 6 días oraron y caminaron silenciosas, con flores en las manos, por las calles de La Habana. Todas las madres, todas las mujeres, merecemos respeto. Las ofensas son compensadas, por la solidaridad del pueblo cubano y del mundo, en particular los hermanos españoles, así como de los eurodiputados que otorgaron el Premio Sajarov a la Libertad de Conciencia a las mujeres de los 75, que no pudieron recoger porque las autoridades cubanas no les dan permiso para salir del país.

 
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