El novelón de la Gramática

Según decía en la pasada tribuna a cuenta de una querella menor, está ya muy avanzada la nueva Gramática de la Lengua Española elaborada por la RAE en colaboración con las Academias que, allende los mares, velan también por la unidad de nuestro idioma. El resultado, tal como declararon el otro día en Burgos los miembros de la Comisión Interacadémica encargada del proyecto, es una obra exhaustiva que alcanza casi las cuatro mil páginas. Cuatro mil páginas que poder echarse al coleto como si de un novelón se tratara.

Eliminemos de ese vocablo la connotación que lo marca, alusiva al melodrama y al descuido formal, para quedarnos sólo con el tuétano del significado: novela, y además larga. ¿Novela, una gramática? Pero si parece pertenecer más bien a la misma categoría que el código de circulación, el catecismo de la Iglesia o un manual de micología, es decir, a ese grupo de obras a las que se acude para una consulta puntual, esporádica.

Cuán pobre interpretación. La Gramática tiene un personaje protagonista, la lengua española, y a lo largo de esas casi cuatro mil páginas una voz narrativa nos irá dando cuenta del desarrollo de sus componentes, quizá con alusiones diacrónicas a sus orígenes y a su primer desenvolvimiento, según ocurre en toda Bildungsroman que se precie, y asistiremos como lectores a la descripción detallada de los fonemas germinales, que se agruparán en una miríada de apasionantes subtramas morfemáticas.

Y así, de sobresalto en sobresalto, sin habernos recuperado aún de un compuesto con lexema culto de origen griego para vernos inmersos de hoz y coz en una alambicada parasíntesis, seremos testigos del crecimiento orgánico de la línea argumental, que se ensanchará cuando la lengua protagonista ingrese en las anchas estancias de la sintaxis, y adquirirá ya las dimensiones definitivas de la épica al hollar con un galope de libertad las inmensas praderas de la gramática del texto, con sus conectores y la sombra siempre acechante de la perversa incoherencia.

Y habrá además el exotismo de los préstamos léxicos, y el episodio vodevilesco de tabúes y eufemismos, que se perseguirán en desencuentro perpetuo, y habrá el lazo amoroso de dos vocales débiles, y el mutuo rencor de otras dos de las fuertes, y habrá subordinadas consecutivas causantes de dolor, de tan intensas… Habrá, en fin, cuatro mil páginas que pueden dejarse en la mesilla de noche y recorrerse por tramos antes de que el sueño reclame su parte. La Gramática no es sino la aventura del español y, como toda gran aventura, su alcance no puede sino desbordar con mucho los angostos márgenes del libro. 

 
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