La oreja de Paulina

La oreja de Paulina nunca ha sido especialmente diferente a las demás. Lo único que siempre la ha diferenciado de las orejas del resto de los mortales es la cantidad de ojos que se fijan en ella y el número de focos que la iluminan. El pelo que la acaricia y oculta no es más ni menos que el de Clara o Rocío. Sus rasgos, no especialmente bonitos, pueden equipararse también a los de Mamen o Lucía. Pero ni Clara, ni Rocío, ni Mamen, ni Lucía son Paulina. Ni su oreja es la oreja de Paulina. Y mucho menos ahora, que la oreja de Paulina es la oreja de Amaia.   Porque de un tiempo a esta parte, Paulina ha cambiado su oreja y le ha dado un brillo especial. Ese punto que necesita y que, ahora sí, la hace diferente. Ahora tiene un color y un matiz casi idéntico a la oreja de Amaia. Aunque algunos subrayan que Amaia sabe vestir mejor su oreja. Otros dicen que nadie como Paulina para sacarla a la pasarela y cautivar al personal. Nada, salvo esta oreja, habían tenido antes en común Paulina y Amaia.   Siempre he sido más de Amaia que de Paulina. Paulina es el arquetipo de la música “mcdonalizada” y Amaia lo es de lo contrario. Amaia no es tan guapa como Paulina pero es que Paulina pierde mucho tiempo poniéndose guapa. A Amaia le interesa más lucir bien su oreja, y, para Paulina, según dicen, lo de la oreja es la disculpa para lucirse ella.   Al margen de la oreja, Paulina y Amaia tienen pocas en común. Amaia canta mejor que Paulina. Aunque la voz de Paulina se cuela como un susurro por las esquinas de los bares mientras que la de Amaia es capaz de reventar sus paredes. Tal vez, si hablamos de voces, cada uno tiene su momento, su público y sus fieles seguidores. Pero detrás de cada voz hay una melodía, una instrumentación y una historia que contar. Cuando lo juntamos todos nos salen las canciones y las de Amaia y Paulina, hasta hace muy poco, nada tenían que ver. Pero ahora todo ha cambiado, como lo ha hecho la oreja de Paulina. Como y por la oreja de Paulina.   Porque la oreja de Amaia era Xabier San Martín y ahora la de Paulina también lo es. Y por eso, cuando la escucho en los bares, en el autobús o en la radio del taxi me dicen lo que antes nadie me decía: “es la primera vez que me gusta una canción de esta chica”. Y tienen razón. Resulta que gracias a Xabier San Martín y su oreja del buen gusto, hemos descubierto a una Paulina que sabe hacer algo más que lucir su rubio apellido en televisión y fabricar canciones para despedidas de soltero. Hemos descubierto a la Paulina de la voz suave, que emociona con una historia simple que nos engancha con un estribillo pop. Efectivo pero valioso. Pegadizo pero amable.   Me gusta más esta Paulina, la de La Oreja de Paulina. Aunque Van Gogh quiera matarme por decir esto.

 
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