Todo lo que debes saber sobre el movimiento social-político Woke

En 2014 este término se distribuyó por todo el mundo

Woke.
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Aquellos que siguen la política occidental y algunas tendencias ya se han topado con el término "Woke" al menos una vez. Hoy en día se usa cada vez más a menudo en Internet.

¿Qué quiere decir?

Woke se traduce del inglés como "despierto o despertar". Proviene de la jerga afroamericana, donde se usó en la segunda mitad del siglo pasado. Es decir, algo así como "despierta y no aguantes la discriminación".

Desde 2014, se distribuyó con aproximadamente el mismo significado por todo el mundo. Sin embargo, a partir de ese momento, el término se ha transformado en uno universal para todos los "despiertos": estos son aquellos que según sus seguidores, son conscientes de la desigualdad social en general y están dispuestos a hacer esfuerzos para superarlo.

En otras palabras, se ha convertido en un término descriptivo para todo este movimiento por la supuesta justicia social que vemos en la política, los negocios, la cultura e incluso en las ciencias sociales, no tanto en las ciencias puras; Feminismo, ideología de género, diversidad, antirracismo radical y más.

A los ciudadanos solidarios que les parecen muy extremas las ideas Woke son estigmatizados por los guerreros y guerreras de la llamada justicia social del movimiento. Tanto ideológicamente como en términos de comportamiento.

La duquesa de Sussex, Meghan Markle es hoy en día considerada una de las principales portavoces del movimiento a nivel mundial. Aunque la actriz insiste en que ella se limita a luchar por las causas en las que cree, sin etiquetas, ya sabemos que este tipo de movimientos se alimenta de icónos y líderes que puedan respaldar su ideario.

Los Woke más extremos suelen llamar izquierda regresiva a aquellos personas de izquierdas que no se suman a su causa. Por cierto, los opositores a todas estas tendencias a veces se llaman a sí mismos anti-wokes e insisten en que los llamen simplemente "progresistas".

Literalmente, todas las publicaciones importantes y autorizadas, así como las instituciones occidentales y el sistema educativo, los llaman de la misma manera. Lo mismo ocurre con su ideología.

Llaman a sus puntos de vista neomarxistas simplemente progresismo. Es más, incluso niegan que sea una ideología. Por cierto, esto es algo interesante. Cuando la ideología simplemente no se considera como tal.

 

Una determinada visión del mundo se presenta básicamente como una norma estándar. Ese es realmente el pensamiento de sus ideólogos en la dirección considerada correcta: ¡verdaderamente las palabras crean nuestra realidad!.

Sin embargo, los opositores lo llaman: ideología woke, a veces cultura woke, así como también izquierdismo wokeista. Todo esto, por supuesto, de forma peyorativa. Aunque su clara dirección y principios son obvios.

Estos son el autoritarismo y la llamada discriminación positiva, y la división en opresores y oprimidos, y el concepto de equidad (la llamada igualdad de resultado), y la prohibición de la no representación de las minorías, la corrección política que ha crecido en la censura, y la negación del individualismo, la cultura de la cancelación, y la creencia de que una persona es un producto de la cultura e que incluso la biología no lo influye. De ahí los feminismos agresivos y tóxicos que vemos esgrimir a algunas políticas de forma tan irresponsable.

Hay una base filosófica algo confusa bajo todo este movimiento. La ideología Woke o del despertar o justicia social sigue esperando a un investigador serio que la respalde. Todo comenzó, si ignoramos a los primeros utópicos, por supuesto, con Marx, cómo no.

Marx añadió a la filosofía, entre otras cosas, en primer lugar, la idea de que las ciencias sociales no deben estudiar los principios del funcionamiento de la sociedad, sino cambiar la sociedad (activismo).

Por su parte la Escuela de Frankfurt, en un intento de averiguar por qué la revolución proletaria no ocurrió en Occidente, combinando las ideas de Marx y Freud, decidió que la razón era lo que llamaron opresión estructural o sistémica.

Al mismo tiempo, en una prisión italiana, el comunista Antonio Gramsci escribe que la única forma de lograr un cambio social significativo es ocupar lenta y sistemáticamente (consiguiendo un trabajo allí) todas las instituciones públicas: universidades, escuelas, servicio civil, periódicos, teatros...etc. Algo que algunos nuevos partidos españoles tienen muy claro y han seguido al pie de la letra.

Vamos, un batiburrillo de ideologías mal entendidas y mal aplicadas que creen una tendencia de pensamiento único, muy intransigente con voces opositoras o discordantes, que lejos de fraguar el movimiento como progresista lo sitúan en un escenario peligrosamente tiránico e impositivo, que persigue de forma sucia a todo el que se oponga.

Woke.
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