Tragedia en Cádiz: un autobús se estrella contra un edificio, dejando 10 muertos y 20 heridos

Cádiz.
Cádiz.

Lo que debería haber sido un lunes normal, una tranquila sobremesa, se convirtió en un impactante y trágico acontecimiento sin precedentes en la ciudad. Era alrededor de las tres y media de la tarde cuando un fuerte sobresalto estremeció a toda la comunidad del barrio de Astilleros. "Sonó como una explosión, un estruendo enorme", recordaba uno de los vecinos que, como muchos otros, corrió para ver lo que había sucedido.

Minutos después de este terrible accidente que cobró la vida de tres personas y dejó a una cuarta en estado crítico, Astilleros se sumió en un silencio abrumador. A lo largo de la avenida de Las Cortes, cada vez se reunía más gente, que se agolpaba en las aceras mientras llegaban los equipos de seguridad y personal médico de todos los cuerpos (Policía Local, Nacional, Bomberos, Guardia Civil, 061, Protección Civil, 112, entre otros) que se movilizaron en respuesta al accidente. La zona fue acordonada.

Entre la multitud, llena de testigos, vecinos atónitos, destacaba el silencio. Rara vez esta transitada vía, junto a un centro comercial, había estado tan tranquila como lo estuvo esa tarde.

Los comentarios entre los presentes seguían una pauta común. "Acabo de pasar por ahí". "Si hubiera sido media hora antes, habría estado en medio de eso". "Solía cruzar por ahí todos los días". Las conversaciones se veían acompañadas de lamentos mientras las miradas evitaban encontrarse con el lugar del accidente, donde tres personas perdieron la vida en un trágico incidente que, aparentemente, involucró un error mecánico del autobús.

En la acera, un violín yacía como un símbolo desgarrador. Pertenecía a una joven de 19 años que iba de camino desde su casa al Conservatorio y que su madre, vecina de Astilleros, encontró después de escuchar el estruendo que congeló los corazones de toda la comunidad. También se podía ver una bolsa con compras de un supermercado del centro comercial, donde se confirmaba que los empleados estaban a salvo y no habían sido víctimas del atropello. Esta preocupación se extendió por toda la ciudad, con personas llamando y escribiendo a sus seres queridos para asegurarse de que estaban bien y no habían estado involucrados en el accidente cuyas víctimas aún no se conocían.

En medio de este doloroso silencio, el ruido de los bomberos trabajando debajo del autobús, donde una rueda de repuesto quedó atascada. Los vehículos de la policía y de los servicios médicos se movían con cuidado para preservar la intimidad de los fallecidos, a la espera de la llegada de los forenses y los familiares. El personal psicólogo del 112 brindó apoyo a los familiares que llegaban.

Políticos locales, incluido el alcalde, representantes del gobierno estatal y andaluz, concejales y portavoces de la oposición, estuvieron presentes para acompañar a los familiares que llegaban y seguir de cerca la situación. Los medios de comunicación también estaban allí, capturando la escena mientras trataban de recopilar información.

Era el momento de hablar con la gente, buscar testigos y comprender los sentimientos de los vecinos. Entre ellos, un hombre que estaba en el gimnasio recién inaugurado y que había presenciado el inicio del trágico recorrido del autobús. Un vecino que desde su balcón en el primer piso expresaba su preocupación por la duración insuficiente del semáforo y la falta de respeto de algunos conductores a las señales de velocidad. Otro se acercaba al lugar y señalaba que el semáforo no permitía a los vehículos frenar adecuadamente, lo que constituía un peligro.

Lamentos y preocupaciones se mezclaban en medio de este impactante silencio, mientras la ciudad luchaba por asimilar una sobremesa trágica que sus residentes difícilmente olvidarán.

 

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