Me venden una plaza de aparcamiento en la que no cabe mi coche

El pasado jueves compramos en escritura a una promotora pública un aparcamiento en Málaga capital, pagando previamente la cantidad de 26.600 €. El aparcamiento número 94. Al día siguiente vamos con toda ilusión a estrenarlo resultando que nuestro coche, ¡no entra! Probamos con otros coches de amigos de tamaño pequeño como el nuestro y nada. A la vista de la gravedad de estos hechos, ese mismo día, hemos requerido la presencia de un notario que ha constatado que, efectivamente, los vehículos no pueden entrar por lindar por la izquierda con un muro y por la derecha con un pilar no retranqueado y no alineado con los demás pilares de los aparcamientos colindantes. Todos los espacios de ese aparcamiento afectados por ese tipo de pilar no retranqueado la promotora, con buen criterio, los ha destinado a trasteros. Todos menos el aparcamiento 94. Le acompaño las fotos de ese infructuoso esfuerzo de meter el vehiculo en su sitio. El vehiculo como puede apreciar no es de lo grandes sino de la gama pequeña, un Rover 45.

El aparcamiento 94 se ha convertido para nosotros en una pesadilla parecida, por la acumulación de casualidades fatales, a la sufrida en la película ‘Celda 211’.

Comunicados estos hechos a la promotora esta se ha agarrado a la regla reglamentaria de que ese espacio tiene 4.50 x 2.20 y, que, por lo tanto, cumple la normativa del Ayuntamiento de Málaga. Ayuntamiento que, al contrario que la mayoría de los grandes Ayuntamientos de España, al parecer, no exige a los promotores un sobre-ancho para el caso de que el espacio del aparcamiento esté delimitado por muros y pilares.

La promotora se ha agarrado a esas desfasadas ordenanzas municipales y nosotros nos hemos agarrado al sentido común que, desde el Derecho Romano, dice que no pueden ser objeto de los contratos las cosas imposibles (artículo 1.272 del Código Civil) y para nosotros ese espacio que esa promotora pública segregó, le llamó aparcamiento 94 y nos lo vendió no es un aparcamiento. No sabemos lo que es, lo que sabemos es solo que no nos sirve para nada y lo hemos pagado. No nos sirve para aparcar el coche, no nos sirve como trastero pues no lo podemos cerrar y no nos sirve para… plantar lechugas. Es un espacio inverosímil. Nosotros nos hemos agarrado, también, a nuestro derecho a expresar públicamente nuestra indignación ante estos hechos y que usted, tan amablemente, nos permite, Sr. Director.

 

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