El poder secreto de Broncano: por qué ni Rosalía se resiste a su fórmula en televisión
En un entorno televisivo saturado de poses, encuestas y autopromoción, la entrevista se ha convertido en formato al que todos le han enseñado el manual: preguntas programadas, respuestas justificadas y rostros tiesos. Este lunes, sin embargo, cambió el libreto. El programa en cuestión rompió esa estructura, y la invitada principal, Rosalía, se ajustó al giro como pocas veces se le ha visto.
Desde su llegada al plató, con gestos aparentemente espontáneos, hasta un desenlace que resume el nuevo paradigma de la conversación televisiva, la noche ofreció claves que van más allá de una sola entrevista. El conductor de la emisión, David Broncano, se alzó como artífice de un formato que parece transversal, cómodo para el invitado y refrescante para el espectador.
Un programa que aparenta no ser un programa
El formato habitual de entrevista televisiva suele proyectar tensión. Invitado y presentador se miden. Formato rígido. Preguntas cortadas. Respuestas ensayadas. Ese guion tradicional se ha visto repetido tantas veces que ya casi no genera sorpresa. Sin embargo, el espacio presentado por David Broncano, La Revuelta, ha logrado algo distinto: hacer que el invitado olvide que está siendo entrevistado.
La visita de Rosalía al programa es una prueba fehaciente de que ese cambio es funcional. Lejos del interrogatorio profesionalizado, se dio un tono de charla de amigos, de sofá en casa. Según declaraciones de la propia cantante, “nunca había estado tan a gusto en un programa”. El desencorsetamiento del formato actúa como antídoto al protocolo televisivo.
La naturalidad como herramienta estratégica
Desde el arranque, el programa rompió la norma. En lugar de una entrada solemne, el inicio fue un sketch coral: vecinos del portal que eran figuras reconocidas debatían en la escalera la llegada de Rosalía. La propia producción reveló luego cómo se gestó ese momento viral.
El gesto generó varias dinámicas clave:
- El invitado no llega al plató solo: su entrada ya es espectáculo.
- El público conecta con humor, no solo con preguntas.
- La artista se muestra en un ambiente de “irregularidad consciente”, lo cual incrementa su credibilidad.
En ese sentido, Broncano actúa más como anfitrión de una conversación que como interrogador. Muchos de los giros que vemos en la emisión (regalo inesperado, bizcocho casero, pulso live) funcionan como “puertas de autenticidad”: permiten a la figura pública mostrarse sin poses.
Desacralizar al entrevistado estrella
Cuando una artista de la talla de Rosalía se sienta al otro lado de la mesa, el reto es doble: por una parte, mantener el aura de estrella; por otra, evitar que ese aura se convierta en barrera. Broncano lo consigue yendo al equilibrio justo: no baja la estrella, pero la acerca.
Por ejemplo, la cantante entregó al público un bizcocho que ella misma horneó. Un gesto tradicional lo devolvió a lo primario. El presentador, simultáneamente, recibió un “aspirador de migas” como regalo. Lo llamativo es que estos elementos existen, no se explican. La espontaneidad tiene prioridad sobre el discurso planificado.
La entrevista como conversación honesta
En la entrevista propiamente dicha, la conversación cambió de marcha. Abordaron procesos artísticos, pero también rutinas, derrotas, dudas. Rosalía confesó que sigue aprendiendo; que “usar menos el móvil” es su estrategia. Un detalle que podría pasar inadvertido, pero que para esta fórmula funciona como humanizador.
El efecto sobre el público fue inmediato. Los datos de audiencia revelan que la emisión alcanzó un pico del 27 % de cuota de pantalla y una media de 2,706 millones de espectadores. Cuando la estrella se sienta en un entorno desconectado del protocolo, el resultado va más allá de promo: se convierte en evento social.
Por qué esta fórmula es un antidoto al encorsetamiento
La televisión ha sido mayoritariamente un escenario de presentación. Lo mejor de ti. Lo más pulido. Pero también lo más inaccesible. En este entorno, el invitado se convierte en producto promocional. Broncano invierte esa lógica. La estrella no da discurso, comparte momento. No expone, colabora.
| Formato tradicional | Formato Broncano |
|---|---|
| Invitado en solitario, pedestal. | Invitado integrado, entorno de confianza. |
| Preguntas estrictas, controladas. | Conversación abierta, gestos improvisados. |
| Imagen perfecta, autopromoción. | Iconografía relatable (bizcocho, escalera, pulso). |
Los objetos y gestos concretos actúan como símbolos de cercanía más que de diseño corporativo.
Implicaciones para la industria televisiva
Para las cadenas y creadores, el éxito deja una lección: si el invitado se siente en casa, el público lo percibe. La audiencia deja de ser mero receptor y se convierte en participante de un momento compartido.
Para los artistas, este tipo de escenario ofrece una vía complementaria al circuito tradicional de promo. No se reduce a “presentar un álbum”; se trata de generar complicidad, de abrir puertas a otra parte de su audiencia.
El programa de Broncano volvió a demostrar que la televisión tradicional —en plena era de streaming y redes— sigue incubando momentos culturales relevantes. Porque no basta con el éxito técnico o de ventas: hace falta celebrar la experiencia. Y en eso, la conversación libre de corsé se posiciona como herramienta diferencial.
Una mirada al futuro
¿Podrá esta fórmula repetirse con otros perfiles? El reto estará en mantener la tensión entre frescura y espectáculo. Si el formato se vuelve rutina, pierde su ventaja. Pero lo que vimos esta vez —y lo que vimos con Rosalía— deja claro que, cuando se articula correctamente, la entrevista televisiva puede dejar de ser una promoción y volver a ser una experiencia humana.
