Abortar el aborto
El Congreso de los Diputados acaba de iniciar la tramitación de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) para la derogación de la Ley 18/2013, que califica la Tauromaquia como patrimonio cultural.
Para los antitaurinos, el toreo es una práctica de crueldad que atenta contra los derechos de los animales. Consideran la tauromaquia una forma de tortura. Según ellos esta relación reduce el valor que se asigna a la vida. El valor de la vida.
Les preocupa el sufrimiento y muerte de los toros.
Pero, por lo visto, miran a otro lado cuando se trata de acabar con la vida de seres humanos en gestación, muchas veces por procedimientos crueles. Al menos, que yo sepa, no han iniciado una ILP en esa dirección.
Dicen las enciclopedias que, desde la antigüedad, los abortos se han realizado utilizando métodos como las hierbas medicinales, “herramientas afiladas, con fuerza, o a través de otros métodos”.
Sobre el aborto quirúrgico o instrumental, explican que la dilatación y evacuación (D&E) consiste en abrir el cuello uterino y vaciar el útero usando instrumentos quirúrgicos y succión. Instrumentos quirúrgicos. Succión.
Oficialmente, en 2023 se contabilizaron en España 106.172 abortos. O sea, 106.172 seres humanos concebidos a los que no se permitió nacer. Eso, oficialmente.
Según Alicia Latorre Cañizares, presidenta de la Federación de asociaciones Provida, en 40 años el aborto ha segado en España tres millones de vidas humanas.
Durante una tertulia televisiva se hablaba del aborto, y allí sostuve, en solitario por supuesto, que cada aborto constituye un fracaso. Un fracaso de todos nosotros, de la misma sociedad. Y expliqué que la oposición a su legalización no se resume en una manía de los católicos, puesto que otras religiones lo rechazan igualmente, como ocurre con los musulmanes; ni tampoco se reduce a un estrictamente asunto religioso porque ser provida constituye algo mucho más global.
Frente a posiciones ideológicas y políticas de izquierdas, siempre he pensado que el aborto resulta muy poco progresista. Se me antoja escasamente progresista que, ante un conflicto entre dos intereses, siempre salga perdiendo el más débil.
En fin, estoy convencido de que en el futuro nos mirarán con estupor, si no con desprecio, cuando tengan conocimiento del comportamiento de gran parte de la humanidad acabando con la vida de seres humanos.
Y, además, en una época de pavorosa caída de la natalidad, cuando en tantas naciones no está garantizado el relevo generacional, y el envejecimiento amenaza indefectiblemente.
Así que, consideraciones morales aparte, propugnar el aborto es un suicidio social. Y afirmar que el aborto es un derecho constituye una grave desviación.
No he dicho nada nuevo, creo.
Pero traigo a colación el tema porque resulta que el presidente del Gobierno ha anunciado que se propone ‘blindar’ el aborto, por la vía de incluirlo en la Constitución.
Y así, Pedro Sánchez lo ha vuelto a hacer. Ha vuelto a intentar engañarnos anunciando otro imposible: esa iniciativa requiere una reforma constitucional que ni de lejos está en su mano conseguir.
Un Gobierno maniatado, que no puede aprobar nada, que tiene atascadas 29 leyes propias, ¿va a sacar adelante una reforma constitucional para la que no cuenta con los votos, ni previsiblemente los tendrá?
Después de unos anuncios solemnes, están paralizados el embargo de armas a Israel, la reducción de la jornada laboral, la reforma de la carrera judicial, la ley mordaza... Y tantas otras medidas como la ley para prevenir el consumo de alcohol en la población menor de edad, la que obliga a los 'lobbies' a ser más transparentes, etc.
¿Y dice que va a reformar la Constitución?
Volviendo a la cuestión del aborto. Estoy convencido de que, un día, ese falso derecho desaparecerá y no se permitirán. Al menos legalmente. Y la humanidad hasta abominará de una práctica semejante.
No me parece un imposible. Los países han aplicado durante siglos comportamientos que fueron legales pero que, tras reconocer que eran injustos y vejatorios, finalmente han sido erradicados. Por ejemplo, la esclavitud. Algo que hoy resulta intolerable.
Pues eso.
editor@elconfidencialdigital.es