Cinco días de abril
En 1964 se estrenó la película “Siete días de mayo”, dirigida por John Frankenheimer y con Burt Lancaster, Kirk Douglas, Fredric March y Ava Gardner. Argumento: en plena Guerra Fría, se sospecha que un enigmático general pretende derrocar al Presidente de EE.UU. por medio de un golpe de estado.
Vamos a hablar de cinco días de abril, y de la oscura operación que montó entonces el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez Castejón. De la que cada vez se conocen más detalles críticos.
Tras publicarse que un juzgado de Madrid había empezado a investigar a Begoña Gómez por tráfico de influencias y corrupción en los negocios, el 24 de abril de 2024, a las siete de la tarde, Sánchez difundió por la red X una carta a la ciudadanía.
Habló de “estrategia de acoso y derribo por tierra, mar y aire para intentar hacerme desfallecer en lo político y en lo personal atacando a mi esposa”, y se planteó esta pregunta: “¿Merece la pena todo esto?”.
Se trata -escribió- de un ataque tan grave y tan burdo que “necesito parar y reflexionar con mi esposa”, sobre la que añadió: “Soy un hombre profundamente enamorado de mi mujer”, que vive con impotencia el fango que lanzan contra ella.
“Necesito parar y reflexionar”, insistió. Me urge responderme a la pregunta de si vale la pena; pensar “si debo continuar al frente del Gobierno o debo renunciar a este alto honor”.
Anunció que, por ese motivo y para dicha reflexión, cancelaba su agenda política unos días, con el fin de “poder reflexionar y decidir qué camino tomar”. Y notificó que cinco días después, el lunes, 29 de abril, comparecería ante los medios para dar a conocer su decisión.
El país quedó en un ay, pensando que, realmente, el presidente estaba planteándose si abandonaba el cargo. Al cabo de los cinco días, anunció que se mantenía en La Moncloa
En esas jornadas, ¿se dedicó Pedro Sánchez a reflexionar, a pensar si valía la pena seguir como presidente del Gobierno? De ninguna manera.
En esos cinco días de abril, lo que decidió Pedro Sánchez fue una ofensiva, también por tierra, mar y aire, contra los medios, pero sobre todo contra Anticorrupción y contra la UCO, los que seguían el rastro de Begoña, con el fin de descalificarlos.
La vía para salvar a Begoña no era demostrar su inocencia, sino tratar de destrozar a quienes le investigaban.
Existía un precedente. Lo que aplicó cuando estalló el escándalo del ‘caso Koldo’. Entonces, dio órdenes de encontrar un escándalo mayor en las filas de la oposición, Tal como contó ECD, en Moncloa un equipo de expertos fiscales próximos al PSOE empezaron a examinar contratos relacionados con la presidenta, con la finalidad de “sacar mierda” de Ayuso, y así nació el caso de Alberto González Amador.
En esos cinco días de abril, Pedro Sánchez dio en persona órdenes de “limpiar sin límite”, tal como ha contado el fiscal Stampa. El empresario Pérez Dolset le dijo que todo partía de Moncloa: "Caiga quien caiga, ha dicho el presidente".
Y esa fue la tarea que abordó la llamada ‘fontanera del PSOE’, Leire Díez, que se entrevistó con unos y con otros en nombre de la Abogacía del Estado y de la Fiscalía, pero que al fiscal Estampa le confirmó que actuaba por órdenes y en nombre del “número uno”. O sea, de Pedro Sánchez.
Un presidente del Gobierno promoviendo intentos de soborno y chantajes, sirviéndose de organismos del Estado como el ministerio de Justicia y la Fiscalía, y tratando de destrozar fiscales, altos cargos de la Guardia Civil, la UCO...
Alguna vez he hablado de la náusea que causan todos esos comportamientos y otros más.
¿Ha pagado Pedro Sánchez algún precio por semejante conspiración desde Moncloa? ¿Por las maquinaciones diseñadas en aquellos cinco días de abril? Por el momento, no. Por el momento.
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