José Apezarena

¿Cómo anda de resiliencia Pedro Sánchez?

Pedro Sánchez, en la presentación de su libro.
Pedro Sánchez, en la presentación de su libro Manual de Resistencia

Olvidadas las protestas de los transportistas, las manifestaciones de agricultores y la explosión del precio de la luz, tres nuevas circunstancias acorralan ahora políticamente a Pedro Sánchez. Y a las puertas tiene otra incluso más demoledora.

La primera es la guerra de Ucrania, con las graves secuelas que viene provocando en los datos país, donde se está a punto de entrar en una economía de guerra. Y eso que aún no se ha contabilizado ni la mitad. Nadia Calviño ha llegado a hablar de “máxima incertidumbre” económica.

La segunda tiene que ver con el cambio de liderazgo en el Partido Popular. Ciertamente, ya con Pablo Casado el PP había entrado en una clara dinámica de crecimientos en cuanto a expectativas electorales. Así lo están repitiendo las encuestas. Pero la llegada del nuevo líder, Alberto Núñez Feijóo, ha consolidado aún más esa tendencia.

La tercera, con la que nadie contaba porque se trata de un suceso inesperado, es el caso de los espionajes, a los líderes separatistas catalanes pero también al mismísimo presidente del Gobierno, a los ministros de Defensa, Interior y Exteriores...

Dicen, por eso, que este es uno de los peores momentos de Pedro Sánchez desde que llegó a La Moncloa tras ganar una sorprendente moción de censura.

Al presidente del Gobierno se le nota. Los presuntos compañeros de Gobierno, pero más aún los socios catalanes, le han apretado hasta casi la asfixia, y se le ve medio ahogado, como boqueando en busca de oxígeno. Y, a la vez, eso provoca errores.

Así, Pedro Sánchez no ha sido capaz de controlar el “caso Pegasus”, zanjado por ahora con la “sustitución” de la directora del CNI, algo que ha sido interpretado por la casi totalidad de las fuerzas políticas, incluidos los aliados de Podemos, pero sobre todo por la opinión pública, como la entrega de una cabeza a cambio de mantenerse otro día en La Moncloa.

Una prueba más del desacierto que acongoja a Pedro Sánchez es que no controla las batallas internas en su Gabinete. Como las que enfrentan a Margarita Robles y Grande-Marlaska, y las que también mantiene la ministra de Defensa con el supuestamente todopoderoso Félix Bolaños. Un Bolaños, por cierto, que empieza a convertirse en pim pam pum de comentaristas y analistas.

Muy expresiva resulta la frase escuchada a algunos dirigentes socialistas, a propósito del “caso Pegasus” y de estos rifirrafes entre ministros: “Lo están haciendo como el culo”. Tal cual.

 

Y a Pedro Sánchez le espera aún otro trago, quizá más amargo: las elecciones en Andalucía, el 19 de junio. Los sondeos pronostican un claro fracaso del PSOE, por segunda vez, en su territorio más emblemático.

Los socialistas habían creído que la victoria de Juanma Moreno, al conseguir formar gobierno, sería poco menos que una ligera lluvia de verano, y se han encontrado con que va a mejorar los resultados que consiguió en diciembre de 2018. Y todo indica que seguirá gobernando, mientras el socialismo continúa perdiendo terreno.

Diez días después de esa cita con las urnas, Sánchez será anfitrión de la cumbre de la OTAN, a la que acudirán los principales líderes internacionales. Por supuesto, será un momento de relumbrón y ocasión de chupar mucha cámara, pero los analistas dudan de que tal evento vaya a modificar significativamente la valoración que sobre el presidente tienen ya los españoles.

A Sánchez le quedaría una carta: convocar elecciones anticipadas. El adelanto es una petición que le ha llegado de dentro de su partido: plantean que se celebren cuanto antes, porque el paso del tiempo solo empeorará las expectativas. Sin embargo, no parece una hipótesis probable, porque estos días ha empeñado su palabra por dos veces diciendo que agotará la legislatura.

Sí podría ser una opción el recurso a un cambio de Gobierno, que abordaría después del verano, y que en los ámbitos socialistas se da ya como seguro.

Sin duda, un cambio de ministros llama la atención, copa portadas y aperturas, y, por supuesto, durante unos días desvía la atención. Pero resulta dudoso que vaya a cambiar de manera relevante las tendencias sociológicas.

En efecto, en pocos días todo quedará igual. Ya se comprobó con el limitado efecto que produjo la anterior crisis, la del verano de 2021, hace solo un año, diseñada para recuperar la iniciativa política y que ha quedado en nada. Agravada también por la inanidad de la mayor parte de los nuevos ministros/as.

Así que parece que está llegando la hora de la verdad para Pedro Sánchez. La de comprobar su famosa resiliencia. Que, según la RAE, es la capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos. Pues eso.

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