José Apezarena

Sánchez taumaturgo

Pedro Sánchez

“La Corte de los Milagros” es la primera obra del ciclo novelesco “El ruedo ibérico”, con el que Valle Inclán se propuso retratar el periodo histórico que va desde la caída de Isabel II hasta la coronación de Alfonso XIII.

El escritor no logró culminar ese proyecto, y solo compuso después “Viva mi dueño” y la incompleta “Baza de espadas”.

“La Corte de los Milagros” refleja la España de Isabel II en el momento de la enfermedad y muerte del general Narváez, con las preocupaciones, problemas y sentimientos de la Corte, la clase alta y la clase baja. Según las reseñas, junto con los enredos, las intrigas y los entresijos de la Corte, encontramos también, entre otras cosas, milagros y monjas estigmatizadas.

La España de Pedro Sánchez se ha convertido en otra Corte de los Milagros, por las hazañas que va logrando, tantas y de tantas diversas maneras, el presidente del Gobierno. Y ya van cinco años.

Una de las hazañas ha sido proclamar solemnemente que nunca pactaría con EH Bildu ni con los independentistas catalanes, o que no gobernaría con Podemos, y hacer todo lo contrario, sin que eso apenas le pase factura.

Está el milagro de domesticar a todo un Partido Socialista con más de un siglo de antigüedad, sin que desde las bases se escuche la menor queja. Más bien lo contrario. Y lo mismo con los sindicatos.

La hazaña de ser el presidente del Gobierno que aprobó la ley de “solo sí es sí”, que se debatió y votó en un consejo de ministros que él encabezaba, y haber conseguido que el desaguisado recayera casi únicamente en Irene Montero.

Y la de aguantar a su lado al líder fundador de Podemos, Pablo Iglesias, al que toreó, y de haberlo conducido al abismo, lo mismo que ocurre con su partido.

El portento de perder rotundamente los recientes comicios locales y autonómicos, lo mismo que las elecciones generales, y, sin embargo, haberse convertido en candidato a la Presidencia del Gobierno con posibilidades de ser investido.

 

El truco de cambiar el nombre a cualquier realidad negativa o peligrosa, desviando con ello los problemas. Como, por ejemplo, pasar a denominar “generosidad” a la amnistía que pretende aplicar a los golpistas catalanes.

Por supuesto, la tropelía increíble de convertir el Tribunal Constitucional en un manso servidor del poder (de su poder, evidentemente). Que no es pequeño logro.

Sin olvidar el maquillaje de una situación económica preocupante. España es el país con mayor tasa de paro de la UE (un 12,8%, frente a la media en la eurozona del 6,6%), el segundo con más paro juvenil (un 29,3%, sólo cuatro décimas por debajo del primero, Grecia) y el cuarto con mayor porcentaje de deuda pública (un 113,2% del PIB, casi 30 puntos por encima de la media europea)

Somos el país de la UE con mayor porcentaje de población en riesgo de pobreza, y el único que no ha recuperado los niveles de riqueza previos a la pandemia.

Y, sin embargo, Sánchez ha logrado que los españoles no conozcamos esa dura realidad, y, en otro caso, que no nos importe. Nadie le pide cuentas por ese estropicio.

Y así muchas otras hazañas más, verdaderos “milagros” de esta Corte de Pedro Sánchez. Lo que le convierte en un verdadero taumaturgo. Aunque lo de las monjas estigmatizadas creo que le falta todavía.

Ha logrado, en fin, el milagro permanente de engañar siempre, en todo y a todos, sin pagar el debido peaje.

Se atribuye a Abraham Lincoln la frase de que “puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Pues, la verdad, no estoy tan seguro. No, al menos, en la Corte de los Milagros de don Pedro Sánchez.

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