José Apezarena

Estáis (estamos) siendo un poco cansinos

El secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán (i), el expresidene del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero (c) y el presidente del Gobierno y secretario general, Pedro Sánchez(d), durante la inauguración del 41º Congreso Federal del PSOE.
Santos Cerdán, José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, durante la inauguración del 41º Congreso Federal del PSOE

El espectáculo de la política empieza a resultar un poco cansino.

Desde hace mucho tiempo, prácticamente el único asunto es la corrupción (presunta, por supuesto) de unos y de otros. Basta con echar una visual a las portadas y a las tertulias.

Lo que se está revelando, los sucesivos casos y escándalos, por supuesto presentan en tantas ocasiones perfiles muy graves. Pero el problema es que, a base de repeticiones, y de debates interminables, de peleas de bar de mala nota y de demagogia, tales sucedidos empiezan a hartar.

Más aún, lo que es que peor, parece que todo da igual. Sea lo que sea, sea de quien sea. Más de lo mismo y ya está

Cansino es que nadie reconoce nada. Ni hablar de arrepentimientos, de peticiones de perdón, de propósitos de cambio y de mejora. Y nada (o prácticamente nada) de dimisiones.

Las respuestas son siempre las mismas: si el afectado es alguien de mi cuerda, de mi partido, defensa a puerta cerrada, excusas y justificaciones.

Pero, si el susodicho pertenece a otra ideología, tendencia o formación política, leña al mono sin misericordia.

Y, sobre todo, arreones sin parar, interminables. Día tras día, hora tras hora, incluso minuto tras minuto. Soltando argumentarios unos y otros, que se repiten como si fueran robots.

Aquí nadie reconoce nada. Y, a modo de defensa, la respuesta es abalanzarse sobre el rival, en la esperanza de que las tintas de calamar lanzadas contra los de enfrente sirvan para tapar las miserias de todos, incluidas las propias.

Siempre, el recurso al “y tú más”. Sin darse cuenta de que responder así equivale a admitir y ratificar, confirmar, que uno mismo es eso que trata de achacar al de enfrente

Otro aspecto penoso es que todo vale para tratar de destrozar al adversario. Y que aquí no hay perdón ni olvido. Hechos, sucesos, comentarios, comportamientos, y sobre todo declaraciones que han quedado grabadas, son manejadas años después, como si en política no existiera el olvido, cuando, en tantos casos, se ha pagado de sobra lo actuado entonces.

Por lo visto, el error persigue toda la vida. Desde que existe la hemeroteca no hay posibilidad de redención. Cinco años después, diez años después, veinte años después, el pasado continúa presente como si fuera hoy mismo.

Un error persigue toda la vida. De nada sirve haber rectificado. Aquí no se practica ese derecho al olvido que sí se aplica en la vida penal.

Como digo, resulta bastante cansino. Y ahí está en gran parte el drama. Porque con la política están en juego programas, objetivos, reivindicaciones, planteamientos, decisiones y medidas que impactan directamente en la vida de los ciudadanos. A los que se olvida, porque solo se mira al interés del partido y el personal, dejando de lado el bien general. Objetivo único: mantenerse

Los políticos empiezan a aburrir con estos comportamientos repetitivos. Y, no me quiero esconder ni quitar del medio, los periodistas también.

Hasta se me podría echar en cara que este mismo artículo es otra pieza más del puzle malévolo que pretendo denunciar.

editor@elconfidencialdigital.es

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