“Me enamoré y sigo enamorado de Helena Boyra. Hubo un acoso mediático despiadado”. Confesiones de José Federico de Carvajal
“Me enamoré y sigo enamorado”, dice José Federico de Carvajal de su actual mujer, Helena Boyra, con la que se casó en julio de 1989. Lo confiesa en un libro de memorias políticas y personales que acaba de publicar y que presentará la semana que viene en el Senado, en un acto en el que intervendrán también Javier Rojo y Alfonso Guerra, este último autor del prólogo.
El libro titulado “El conspirador galante”, nombre aplicado al propio autor, recorre la vida política y personal del que fuera presidente del Senado, quien no omite referencias a su primer matrimonio, ni a su segundo, con una entonces letrada de la Cámara Alta, “guapa e inteligente”. Carvajal añade que esa relación “desencadenó un notable escándalo nacional y fuimos objeto de una intensa presión y un acoso mediático por momentos despiadado”.
Entre otros recuerdos, cuenta una sorprendente entrevista con el jefe de misión de la CIA en España, que se identificó como tal y era nieto de Roosevelt, en la que le preguntó que querían que Eisenhower dijera a Franco en su visita a España prevista para el año siguiente.
Y sobre el 28 Congreso del PSOE (el del abandono del marxismo), relata que le propusieron presentarse a presidente “para perder”, porque a salir elegido Gregorio Peces Barba. Ganó, sin embargo, la votación, y eso condujo a que se convirtiera en presidente de la gestora cuando Felipe González dimitió. Carvajal considera esta etapa el momento más importante de su vida.
De su época como presidente del Senado, recuerda la ampliación de la sede, y sobre todo el escándalo de la construcción de una piscina para sus señorías, y explica que se hizo aprovechando el aljibe que era necesario tener para caso de incendio. La piscina fue cerrada por Esperanza Aguirre cuando llegó a la presidencia. Y apunta que Aguirre “le dio empaque al Senado” y que “lo hizo bien”.
Carvajal confiesa que no comprende cómo en España se jubila tan pronto a políticos de valía. Cita los casos de Felipe González, Alfonso Guerra y Javier Solana, y lo mismo se puede decir –añade- de los populares.
