Por la boca… De la sostenibilidad al racionamiento

Ya sabemos que los políticos son muy dados a emplear palabras altisonantes para decir lo que se ha dicho toda la vida con vocablos normales. También son muy aficionados a frases rebuscadas en las que no se dice nada. Ya estamos acostumbrados, sobre todo cuando se trata de explicar la economía y la situación en la que nos encontramos.

El retorcimiento del diccionario alcanza su punto álgido en épocas de presupuesto. Ahí se riza el rizo de manera inmisericorde para el ciudadano medio que aspira a enterarse cómo y en qué aspectos ese palabrerío va a influir en su vida cotidiana. Incluso hasta se habla de 'crecimiento negativo o de desindexación que ya me dirán ustedes en qué consisten.

Lo mismo es la subida de la luz que el nuevo cálculo de las pensiones, que los brotes verdes, que el poder adquisitivo de los funcionarios o el sueldo de los militares sin graduación. Y cuando salen los ministros a las ruedas de prensa tras el Consejo de los viernes, hay veces que lo que más molesta es el tonillo.

Hay una palabra que se emplea para todo y constantemente: sostenibilidad. La sostenibilidad del sistema de la Seguridad Social, la sostenibilidad de las pensiones, la sostenibilidad de la enseñanza pública, la sostenibilidad del sistema sanitario. Todo sea por la sostenibilidad. Y a uno, cuando oye hablar de sostenibilidad enseguida la viene a la mente la palabra racionamiento que, connotaciones históricas aparte, parece más apropiada.

Se habla de sostenibilidad para explicar que ahora hay que racionar para que en el futuro puedan mantenerse situaciones como las actuales. Pero ni se mantienen ni se sostienen, porque serán distintas y peores que las que ahora tenemos.

Veamos. Para garantizar la sostenibilidad de los sueldos de los funcionarios en el futuro, ahora hay que recortarlos, congelarlos o suprimir la paga extraordinaria. Para asegurar la sostenibilidad del sistema público de la sanidad a nuestros hijos y nietos, ahora hay que pagar las medicinas, hacer menos escáneres e investigar menos. Para que los jubilados de dentro de 40 años puedan cobrar pensiones, ahora se dice que se suben, pero no se suben sino que en realidad se bajan y así sucesivamente.

Esto da que sospechar que ante la escasez hay que empezar a racionar. Si una familia no puede comprar más que una docena de huevos a la semana y quiere llegar con algún huevo al sábado tiene que empezar, el lunes, a racionar los huevos. A eso, toda la vida se le ha llamado racionamiento, pero ahora hay que decir sostenibilidad que queda más fino.

Es muy posible, casi seguro, que si se quiere mantener en el futuro el sistema de pensiones, la Seguridad Social, el pago de los medicamentos, el sueldo de los funcionarios o las obras públicas, haya que tomar esas medidas e incluso otras más dolorosas. Hasta ahí normal. Pero lo que no se entiende es que a eso se le llame sostenibilidad, entre otras cosas porque no se sostiene nada, sino que se crean situaciones nuevas, lejos de las anteriores que se dice sostener.

Pero lo que más molesta es el tonillo.

 
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