Pobre campaña electoral

Si una campaña electoral, además de ser una exposición de ideas y de proyectos para mejorar la vida de un país y de sus ciudadanos, sirve como termómetro de la categoría y de los alcances de la clase política, es evidente que la que se acaba de vivir, ha demostrado con creces, la escasa altura de los políticos y su cortedad de miras. 

Pedir el voto a base de promesas dadivosas y limosneras falsas e imposibles de cumplir, pedir el voto intentando contrarrestar ofertas pasadas en el tiempo, pedir el voto apoyándose en el rencor y el revanchismo más retrógrado y rancio, pedir el voto con el propósito de independizarse de la nación en cuyas instituciones se integra ese voto, pedir el voto buscando escándalos pasados o actuales de muy dudosa veracidad, pedir el voto convirtiendo los mítines en griteríos altaneros, insultantes y repletos de descalificaciones, pedir el voto para perpetuar el error de coaliciones imposibles, pedir el voto teniendo como propuesta estrella el “echar” al que está, pedir el voto para  implantar una república comunistoide y pretendidamente igualitaria y socializadora, pedir el voto a base de lonas y de camisetas, pedir el voto agitando imaginarios golpes de estado que se fraguan en Madrid… es pobre en contenidos, zafio en las formas y decepcionante en las posibles consecuencias.

Y como en realidad las elecciones autonómicas y municipales se han convertido, por voluntad de los de la primera fila, en una antesala de las próximas generales, es de esperar que el panorama, de aquí a que se disuelvan las cámaras y se forme nuevo gobierno, varíe poco y no aporte nada que pueda hacer concebir unas ciertas esperanzas de regeneración a los españoles. 

Si una campaña electoral, además de ser una exposición de ideas y de proyectos para mejorar la vida de un país y de sus ciudadanos, sirve como termómetro de la categoría y de los alcances de la clase política, es evidente que la que se acaba de vivir, ha demostrado con creces, la escasa altura de los políticos y su cortedad de miras.

La pobreza de ideas, la escasez de proyectos y la carencia de una mínima categoría política –ya que no personal- auguran pocos cambios, sean quienes sean los protagonistas en la trayectoria de la vida pública en España.

Mientras que los problemas económicos claman por soluciones urgentes, las desigualdades acucian, los enfrentamientos no solamente no se palían sino que se avivan desde instancias que deberían evitarlos, la enseñanza se desmorona, la familia se resquebraja y las costumbres más arraigadas son criticadas y anatematizadas en las tribunas públicas, quienes están llamados a solucionar esos entuertos se enzarzan en acusaciones de corrupción, de nepotismo, de inmoralidad y hasta de delitos más bien graves que, a la postre, o no se demuestran o si se demuestran no se sustancian en las condenas pertinentes y se disuelven en sobreseimientos, recursos o, lo que es peor, amnistías generales camufladas en reformas de los códigos o en dudosas decisiones de los más altos tribunales.

Todo lo que unas elecciones, sean municipales, autonómicas o generales deberían llevar de carga de ilusión y de esperanza, de mejoras en la vida de todos, para el logro del bien común, se da por perdido ante el panorama de una pobre campaña. 

Y por si fuera poco, la traca final:

Porque si anda como un  pato, tiene cuerpo de pato, grazna como un  pato y se parece a un pato, lo más normal es que sea un pato.

 

Y porque si huele a fraude, si hay pruebas de compra de votos, si se da la reincidencia de los responsables y si suena a pucherazo, lo más seguro es que sea un pucherazo.

Y Marruecos y Mojácar.

BULOS EN CAMPAÑA ELECTORAL:

Según se rumorea –aunque no ha sido posible contrastarlo- miles de españoles, con derecho a voto, procedentes de todas las autonomías, hacen colas de varios kilómetros ante el edificio del CIS en Madrid, para acceder al despacho de Tezanos y que, según los últimos datos de las encuestas que ha realizado, les indique por qué partido -en función de tan acreditados sondeos- tienen que votar.

Pero quizás sea un bulo sin el menor fundamento.

 

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