El teatrillo de La Moncloa

Pedro Sánchez.
Pedro Sánchez.

No se conoce un solo acuerdo, ni la menor medida conjunta, que haya salido de las múltiples visitas a La Moncloa que ha recibido Sánchez. Son visitas organizadas a mayor gloria del anfitrión y a una gloria algo menor del visitante.

Por mucho que desde algunos medios y en boca de algunos sesudos comentaristas se creen expectativas, esperanzas y posibilidades en torno a la reunión entre Feijóo y Sánchez, la realidad es que no aporta nada nuevo ni tan siquiera esperanzas de que lo haya.

Recibimiento medido, apretón de manos (ellos sabrán la intensidad), entrada en el recinto, fotos en el tresillo y posteriores declaraciones más o menos veraces, reproches velados y…”fuese y no hubo nada” que dijo Cervantes (con permiso del bachillerato de Alegría, Celaá sector renovado).

No se conoce un solo acuerdo, ni la menor medida conjunta, que haya salido de las múltiples visitas a La Moncloa que ha recibido Sánchez. Son visitas organizadas a mayor gloria del anfitrión y a una gloria algo menor del visitante. Si acaso se ha logrado algo, siempre ha sido pactado previo a la reunión o posterior al encuentro y, en cualquier caso, oculto y desconocido para la opinión pública.

Pero unos y otros venden a los ciudadanos la burra vieja de la reunión de “carácter institucional”, de la importancia de que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición (figura inexistente en España) mantengan una comunicación fluida, de la necesidad de acuerdos de carácter estatal y de la gravedad del momento.

Uno reclamará, tras los insultos, unidad y tras las descalificaciones patriotismo, y el otro reservón y ambiguo, arrimará el ascua a la sardina de los propios retos que le esperan. Uno adquiere notoriedad y el otro se afianza en su posición preeminente de jefe del Ejecutivo.

Pero “todo es bueno para el convento” –que dice el refranero- y en la política hay mucho “convento” que mantener y mucho “fraile” al que dar de comer. Mucho secretario de estado comunista,  mucho barón al que contentar y mucha urna pendiente de llenar.

La carcajada: Ante el enfado de sus compañeros comunistas, Garzón dice que aplaudió el discurso de Zelenski “por cortesía institucional”

 
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