¿Qué les pasa a los votantes del PSOE?

De un tiempo a esta parte, muchos de quienes dedicamos parte de nuestra actividad al análisis de la actualidad no salimos del estupor que nos provoca ver cómo el presidente del Gobierno se salta repetidamente las históricas líneas rojas de la democracia española con el beneplácito -ya sea por acción u omisión- de la mayoría de votantes del partido socialista. No me interpreten mal: todos tenemos nuestras ideas y apoyamos a los que consideramos que las comparten. Lo entiendo, no se trata de eso. Se trata de ser literalmente incapaz de ver con ojos críticos la nefasta -y veremos si irreversible- actuación del sujeto que ocupa la Moncloa.

Sánchez sabe que le queda un año para llevar a cabo sus particulares “tejemanejes”. Y que por tanto tiene poco tiempo para terminar de “pagar” por aquellos votos de sus socios comunistas, proetarras e independentistas que le permitieron gobernar durante la legislatura.

Lo primero que prepara Sánchez es el asalto definitivo al poder judicial: para ello, el Gobierno quiere cambiar la mayoría necesaria para la renovación del CGPJ (órgano máximo de los jueces en España) de tres quintos a mayoría simple. Algo que le permitiría poner en él a los jueces que estén al servicio de su partido. Además, por si hubiera dudas del brutal hachazo a la Justicia, el Ejecutivo piensa tramitar una ley que penalizará con 3 años de cárcel a los jueces del CGPJ que se nieguen a admitir a los magistrados impuestos por la Moncloa. No, no estamos hablando de Cuba, Venezuela o Corea del Norte. Por increíble que parezca, seguimos hablando de España.

En paralelo, Sánchez sigue empeñado en reformar el marco legal de la corrupción para beneficiar directamente a los dirigentes independentistas responsables del referéndum ilegal de independencia de Cataluña hace cinco años. Así, sin tapujos. Abiertamente. El mismo hombre que llegó al poder con una moción de censura basada en la supuesta corrupción del PP, ahora es el líder del movimiento para que la corrupción de sus amigos sea “menos corrupción”. No, no es una broma. Es Pedro Sánchez en estado puro.

Pero lo peor de todo, como indicaba en el título de esta tribuna, es observar la impasibilidad de los votantes socialistas antes estos atropellos al Estado de Derecho. De hecho uno de ellos, gran periodista y buen amigo mío, me decía hace apenas unos días que pensaba que Sánchez era un buen presidente. “¿Estás de coña, no?” le respondí. Pues no. No lo estaba. Increíble.

¿Qué está ocurriendo en el seno del PSOE que ya ni las barbaridades antidemocráticas son capaces de abrirles los ojos? ¿Qué les pasa a los votantes socialistas en España? ¿De verdad les parece bien todo esto? ¿Puede más el fanatismo hacia unas siglas o el odio a otras que el amor a un país? No puedo creerlo. Es más, no quiero creerlo. Porque si de verdad es así, puede que España haya llegado a un punto de no retorno. Y entonces el problema tiene difícil solución.

Miguel Ángel Rodríguez Caveda es periodista, ganador de tres premios Emmy y presidente de la agencia internacional de comunicación 3AW.

 
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