Fobias y filias de Podemos

            A “Podemos” le está sucediendo lo que era previsible: que no puede aguantar sin precisar sus líneas programáticas, y que al hacerlo se comprueba que muchas de ellas son utópicas, inconsistentes y hasta peligrosas para una democracia como la española. Es lo que, en términos futbolísticos, se dice de unos jugadores cuando “les quema el balón en los pies”, y eso es sinónimo de inferioridad, de debilidad, de que “no pueden” generar fútbol, sino sólo destruir.

            “Podemos” ha crecido por recoger el descontento de los españoles ante los partidos clásicos, movilizando a sectores que más han sufrido la crisis económica y a cuantos se tercie con el fin de sumar votos, además de denunciar la corrupción política. Le han hecho el juego el PP con su miopía y el PSOE con su desgaste progresivo.

            Llegarán las elecciones municipales y autonómicas, y se verá el apoyo real a este nuevo partido, si se confía en él para tareas de gobierno. Pero es preocupante lo que vamos comprobando sobre las “fobias” y “filias” del partido de Pablo Iglesias.

            Entre las “fobias”, que a veces reflejan una actitud generalizada más de fondo, destaca su animadversión al catolicismo. Algunos miembros del partido o simpatizantes lo dicen claramente en las redes sociales. Las líderes de “Podemos “ en Sevilla se han lucido planteando que la Semana Santa sevillana podría ser votada para abolirla y, ante el estupor universal, han rectificado pero con un gran enfado por parte de Pablo Iglesias, que irá este fin de semana a Sevilla para “poner orden”, o tal vez maquillar ante la opinión pública el traspiés, que no es precisamente anecdótico.

            En el programa de “Podemos” es enigmática la aspiración a que “desaparezcan de todos los marcos normativos que promuevan la actuación de las organizaciones religiosas en las estructuras públicas”. Menos enigmático es su plan de “asegurar la laicidad y una verdadera separación Iglesia-Estado”:  en la laicidad estoy - como la mayoría -  de acuerdo, pero “Podemos” defiende el laicismo, que es algo muy distinto, porque busca desterrar y arrinconar la religión – sin engañarse, porque es la católica la que está en el punto de mira-, cuando es un derecho humano básico, para que tenga también manifestaciones públicas: una procesión, una ceremonia, es un derecho, no una imposición para nadie.

            También figura en el programa de “Podemos”  la “eliminación de los privilegios de la Iglesia Católica”: ¿a qué se refiere? ¿por qué sólo arremete contra la Iglesia Católica? ¿si hay exenciones no límites impositivos en materias  culturales, no se pueden aplicar a una manifestación o institución religiosa como es una católica?

            ¡Qué impudencia lo de la Semana Santa en Sevilla, tan arraigada! Por esa vía, pueden plantear un referéndum sobre la Ofrenda de Flores en las fiestas del Pilar en Zaragoza o Valencia, o la Semana Santa de Valladolid. Que sigan haciendo propuestas o declaraciones tan imprudentes y pueden batir el récord de caída en picado en intención de voto o votos obtenidos en mayo.

            Entre las “filias” de “Podemos”, su apoyo a la plataforma de apoyo a los presos de ETA y el apoyo entusiasta al partido homólogo griego Syriza ante las próximas elecciones griegas del 25 de enero  no tiene desperdicio. O el apoyo  en Sevilla en los movimientos de okupas.

            Si ya en esta fase programática es preocupante “Podemos” por sus fobias y por sus filias,  que nadie se asombre si tiene responsabilidades de gobierno en breve.  Los líderes de “Podemos”, en estos momentos, sufren cuando piensan. Varían y matizan continuamente, incluso en su plan de reducir la jornada laboral a 35 horas semanales y aprobar la edad de jubilación en los 60 años, que ya han matizado alegando que es una “tendencia”.

 

            No acabo de entender – aunque la respeto- la actitud abstencionista. Todo es mejorable, hay que cambiar muchas cosas en los partidos políticos, pero depositar la confianza en “Podemos” es, por lo visto hasta ahora, alimentar fobias y filias, imprudencia y rabia. No parece la rabia el mejor argumento para gobernar, ni el resentimiento.

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