La Semana: El calor y la sequía afectan a nuestros políticos; Zapatero reparte pagas y otros declaran sin ton ni son

El clima, ahora en verano, se hace partícipe y hasta cómplice de muchas de las cosas que pasan en nuestra vida política. Hace calor y la pertinaz sequía es inmisericorde con nuestros políticos, que parecen tener la vista nublada como náufragos del desierto en busca de un oasis.

¿Cómo se explica si no que la Ministra de la Vivienda diga ahora que quiere que todo el suelo patrio sea rústico? ¿O que la progresía sentada en su escaño diga que nos va a dar 300 euros a cada españolito sólo por el hecho de serlo? ¿O a quién se le ocurre dar carpetazo a la comisión del 11-M con la que está cayendo en forma de detenciones?

Conde Pumpido hace -más bien deshace- en la Fiscalía cosas que no tienen más explicación que eso que los expertos llaman un golpe de calor, que por afinidad debe ser el mismo que ha afectado al juez del "caso Bono" (el de la agresión sin autores, que es como un asesinato sin muerto).

Claro que Puigcercós, el tonto inútil, opina: "es mejor que la derecha vaya de manifestación a que haga golpes de estado como hicieron hace años".

Rodríguez Zapatero se arma un lío en las elecciones gallegas y acude a la tierra de Rosalía y de Curros Enríquez en un coche que quiere cambiar porque ya no le funciona. Son las metáforas de alguien que ha hecho o ha colaborado en una campaña liosa, brumosa -lógico en Galicia- y en la que, como nunca, no se sabe si Fraga baja, sube, se para o se cae de la escalera. Lo único que se sabe es que Rajoy está en un ¡ay! y que sólo se consuela viendo biquinis en las playas marisqueiras del Finisterre.

Todos opinan que las elecciones gallegas son decisivas no sólo para Galicia sino para toda España, y parece que es una carrera de despropósitos. Habrá que confiar en el Apóstol y en el buen sentido de los gallegos.

El Ministro de Administraciones quiere prejubilar a 25.000 funcionarios y es de suponer que el responsable de nuestras pensiones de jubilación se haya puesto de los nervios, y no precisamente por el calor.

Zerolo, que se ha convertido en el "intérprete auténtico" del pensamiento de Jesucristo, de quien dice: "si viviera ahora apoyaría a los gays", afirma: "la sexualidad es cosa de educación, información y acceso a los servicios". Lo único que el redactor de LA SEMANA entiende es eso del acceso a los servicios, aquello de "señoras" y "caballeros". Pero ahora, con el calor, igual hay que hacer servicios unisex, a ver si el señor Zerolo se tranquiliza.

Carod Rovira se querella, o al menos amenaza, porque se siente amenazado. A Piqué le amenazan y no se sabe si se querella. Entre desmentidos, exigencias de desmentidos, exigencias de perdones y perdones, no damos abasto. Lorenzo Milá se deslengua, y como pide disculpas aquí paz y después gloria. Rodríguez Zapatero se deja llevar del calor y compara manifestaciones que no son comparables, y la Ministra Calvo quiere "culturizar" todos los planetas. Son cosas del calor que reblandece las meninges.

 

Con el calor no dan ganas de vociferar pero, si se vocifera, el Fiscal General del Estado tipifica al vociferante como presunto y, además, lo manda detener. Lo lleva crudo Luis Aragonés que, además de hacer una selección escasita y ramplona, quiere que nos enamoremos de ella. No sé sí eso es vociferar o no pero, en cualquier caso, jugar al fútbol así, aunque sea en verano, debería ser perseguible de oficio.

Europa, a pesar del calor, se congela, se paraliza, se pone a tiritar. El único que aporta algo de calidez con su sonrisa es nuestro Presidente de Gobierno que, o no se entera, o hace como que no se entera de lo que está pasando más arriba de los Pirineos.

Son cosas de los primeros calores, que son muy traicioneros.

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