La mejora de rating de España por las agencias abarata la financiación de las empresas

La subida de la calificación de Moody’s, Fitch y S&P está provocando mayor confianza internacional y atrayendo más capital extranjero

Vecinos juran bandera en Benalmádena
Bandera de España (EP).

La mejora de la calificación de España por parte de las principales agencias internacionales de rating ha comenzado a abaratar la financiación tanto del Estado como de las empresas

El refuerzo de la solvencia soberana, respaldado en pocos días por Moody’s, Fitch y S&P, se traduce en un descenso de la prima de riesgo y en menores tipos de interés, lo que permite a compañías y pymes acceder a créditos en mejores condiciones. 

Al mismo tiempo, las arcas públicas ven aliviada la carga que supone una deuda cercana al 100% del PIB.

Un “triplete” inédito en una década

En apenas dos semanas, las tres agencias han devuelto a España a la franja de la ‘A’, un nivel que no se alcanzaba desde antes de la crisis financiera. 

Primero fue S&P, que rompió seis años de estancamiento al situar la nota en A+ con perspectiva estable. Fitch se sumó poco después y la colocó en A, y finalmente Moody’s elevó su calificación de Baa1 a A3, lo que supone reconocer que el país muestra mayor capacidad para responder a sus compromisos.

El Gobierno se ha apresurado a presentar la noticia como un hito. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, aseguró que la decisión acredita que España es “un país más sólido que genera confianza internacional”. 

En la misma línea, el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, habló de “triplete insólito” y subrayó que el logro “atraerá más inversores a nuestras emisiones de deuda y permitirá un ahorro en la factura de intereses, del que también se benefician las empresas”.

Menos riesgo, menor coste

El efecto práctico de esta revisión lo explica a Confidencial Digital Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos y responsable de Economía de la CEOE. 

Según señala, la decisión de Moody’s es un reconocimiento que actúa como un “crédito de confianza” hacia la economía española. En la práctica, equivale a recomendar que se exija una rentabilidad más baja a los activos vinculados al país, ya que se percibe menos riesgo.

Esa percepción arrastra al conjunto del sistema: el Estado se financia más barato, el sector financiero paga menos por acudir a los mercados y el tejido empresarial accede a préstamos con intereses reducidos.

Para las pymes, más dependientes del crédito bancario, la bajada es particularmente relevante. Izquierdo insiste en que “todos los tipos de interés de la economía están interrelacionados”. 

Lo que paga el sector público influye en el coste del capital privado y, en última instancia, en las condiciones a las que se endeudan las pequeñas y medianas compañías.

Efecto en las cuentas del Estado

En el caso de la deuda pública, el ahorro es considerable. Con un pasivo que roza el 100% del PIB, cualquier descenso en los intereses representa millones de euros en la factura anual. No obstante, el impacto no es inmediato ni siempre fácil de cuantificar. 

El propio Izquierdo recuerda que en muchas ocasiones los mercados se adelantan a los movimientos de las agencias y ajustan antes los costes de financiación. 

De este modo, la rebaja de Moody’s reconoce una tendencia que ya estaba descontada. Pese a ello, la validación oficial consolida el escenario y prolonga en el tiempo los efectos positivos.

Las razones del ascenso

Las agencias han justificado sus decisiones en varios elementos. La fortaleza del mercado laboral, con niveles históricos de empleo y actividad, es uno de los más citados. 

También destacan la baja deuda privada, el saneamiento del sistema bancario y la capacidad exportadora de la economía española. 

Fitch remarca la importancia del flujo migratorio y la diversificación de los servicios, mientras que Moody’s insiste en que la inmigración compensa el envejecimiento poblacional y refuerza el potencial de crecimiento. 

La reforma de las pensiones, que elevó la edad efectiva de jubilación, figura igualmente entre los factores de confianza.

España frente a Europa

El contexto europeo ha jugado a favor. Algunos socios comunitarios atraviesan serias dificultades en sus finanzas públicas, lo que realza la posición española en términos relativos. 

“Otros países europeos están en situaciones más controvertidas y eso mejora la percepción sobre España”, reconoce Izquierdo. 

Pero advierte de que el país no debe relajarse: el gran problema sigue siendo la elevada deuda pública acumulada, que obliga a mantener la senda de la consolidación fiscal.

Previsiones de crecimiento

El escenario macroeconómico acompaña. S&P estima que el PIB crecerá un 2,6% en 2025, tres veces más que la media de la eurozona, mientras que Fitch eleva su previsión al 2,7%

Moody’s es más prudente y sitúa el crecimiento potencial en torno al 1,5% o 1,6%, limitado por el envejecimiento demográfico, aunque reconoce que la inmigración compensa en buena parte esa restricción. 

El Gobierno, por su parte, ha revisado al alza sus estimaciones y sitúa la expansión del PIB en 2,7% este año, con un avance del 2,2% en 2026 y del 2,1% en 2027 y 2028.

Los motores son claros: empleo, consumo, inversión e inmigración. También influyen la energía renovable, que reduce la factura energética y aporta estabilidad, y el desendeudamiento privado de la última década, que deja margen para el crédito.

Riesgos y debilidades

Las agencias y los analistas, sin embargo, no pasan por alto los riesgos. Fitch advierte del bloqueo político de un Gobierno en minoría y de la fragmentación regional, que dificulta avanzar en reformas cruciales como las de vivienda o fiscalidad. 

Los casos de corrupción que afectan al PSOE añaden incertidumbre. En paralelo, el aumento del gasto en pensiones y defensa puede tensionar las cuentas públicas en los próximos años.

Izquierdo coincide en que la prioridad debe ser elevar el PIB potencial mediante un entorno favorable a la inversión, impuestos más competitivos, una regulación inteligente y menos cargas administrativas. 

La seguridad jurídica y la estabilidad regulatoria son, en su opinión, esenciales para sostener la confianza de los mercados y atraer capital extranjero.

Un sello de confianza internacional

El Ejecutivo insiste en que la triple mejora del rating es una prueba de que la economía española ha recuperado credibilidad internacional. Las emisiones de deuda se colocan con fuerte demanda y a tipos más bajos, mientras aumenta la llegada de capital foráneo. 

Para las empresas, supone un impulso que puede traducirse en más inversión y en una mayor capacidad de competir en el mercado global.

La subida de calificación no resuelve los problemas estructurales, pero funciona como un sello de solvencia que abre puertas en los mercados. 

España regresa así, tras más de una década, a la liga alta de la solvencia europea y encara con menos presión financiera los desafíos de un futuro aún incierto.

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