El campo, en alerta por los aranceles chinos: las exportaciones ya cayeron un 42% en 2024

El porcino destina casi una quinta parte de sus ventas exteriores a China y teme un fuerte impacto tras la imposición de tasas de hasta el 20%

Cerdo en una granja. (Foto: Unión de Uniones / Europa Press)
Cerdo en una granja. (Foto: Unión de Uniones / Europa Press)
La reciente decisión de China de aplicar aranceles antidumping provisionales sobre las importaciones europeas de carne de cerdo ha encendido las alarmas en el sector agroalimentario español. 
  1. El contexto de la disputa comercial
  2. Piden intensificar el diálogo
  3. Un sector bajo presión

Los nuevos gravámenes, que entraron en vigor el 10 de septiembre, oscilan entre el 15,6% y el 62,4% en el conjunto de la Unión Europea, aunque para las empresas españolas el impactol se limita a un máximo del 20%.

Pese a esta diferenciación, el golpe se percibe como especialmente grave en España, donde el porcino es el principal producto de exportación agroalimentaria y China constituye su mayor mercado de destino.

Según datos de la Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (INTERPORC), en 2024 España exportó a China 540.000 toneladas de carne y subproductos porcinos, con un valor superior a los 1.097 millones de euros. Estas cifras suponen casi el 20% del volumen total exportado y un 12,5% del valor global de las ventas exteriores del sector.

Sin embargo, las tensiones comerciales han provocado un retroceso drástico: en el último año, las exportaciones españolas al gigante asiático se redujeron un 42%, pasando de 1,3 millones de toneladas a unas 550.000.

El contexto de la disputa comercial

La imposición de aranceles por parte de China no es un hecho aislado, sino la última consecuencia de una escalada de tensiones comerciales entre Pekín y Bruselas.

El país asiático ha abierto investigaciones contra diversos productos europeos —como el brandy, los lácteos y el porcino— en respuesta a medidas adoptadas por la UE en otros sectores estratégicos, especialmente la tecnología y la automoción.

Este cruzamiento de decisiones ha convertido al comercio agroalimentario en un terreno de fricción geopolítica y ha dejado al porcino en el centro de un pulso diplomático que excede lo meramente económico.

La Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (Interporc) durante una reunión con el embajador de China en España, Yao Jing, a 4 de septiembre de 2024. (Foto: INTERPORC / Europa Press)
La Interprofesional Agroalimentaria del Porcino de Capa Blanca (Interporc) durante una reunión con el embajador de China en España, Yao Jing, a 4 de septiembre de 2024. (Foto: Interporc / Europa Press)

Desde la Asociación Agraria – Jóvenes Agricultores (ASAJA) se ha manifestado un rechazo frontal a la medida china. La organización advierte de que las tasas suponen un “nuevo ataque” en un momento especialmente delicado para los productores europeos, que ya enfrentan una tormenta perfecta: inflación de costes, caída de precios, competencia internacional creciente y un desplome de las exportaciones.

Entre 2020 y 2024, las ventas de la UE hacia China se redujeron en torno a dos tercios, al pasar de 3,34 millones de toneladas a apenas 1,12 millones. Este descenso estructural ha debilitado a un sector que, en el caso español, se apoyaba en el mercado chino como pilar estratégico de crecimiento.

Piden intensificar el diálogo

Frente a este escenario, INTERPORC ha hecho un llamamiento a reforzar los canales diplomáticos y comerciales con las autoridades chinas. Su propuesta se centra en abrir espacios de negociación que permitan minimizar el impacto de los aranceles y evitar que se conviertan en una barrera insalvable para el futuro del porcino español.

“El diálogo entre ambos países es esencial para buscar soluciones conjuntas y preservar una relación comercial que ha sido beneficiosa para ambas partes”, señalaron desde la entidad interprofesional.

Aunque la tasa máxima del 20% aplicada a las empresas españolas es sensiblemente menor que la impuesta a otras compañías de la UE —que llega al 62,4%—, los productores insisten en que incluso un gravamen reducido amenaza la rentabilidad y pone en jaque miles de empleos vinculados a la cadena de valor del porcino. No se trata solo de los ganaderos, sino también de mataderos, fábricas de piensos, transportistas y toda la red de servicios asociados a un sector que representa un motor económico en muchas comarcas rurales.

Un sector bajo presión

La situación agrava los problemas acumulados en los últimos años. La caída de precios, la subida de costes de producción y el retroceso de las exportaciones han dejado a los ganaderos y a la industria cárnica en una posición frágil. Desde 2020, el valor neto de las ventas españolas en China ha descendido de forma significativa, y la perspectiva con los nuevos aranceles se describe como “muy comprometida”.

La incertidumbre también afecta a la planificación de inversiones y a la apertura de nuevos mercados. Aunque España ha diversificado parte de sus exportaciones hacia otros destinos en Asia y América, la dimensión del mercado chino sigue siendo insustituible en términos de volumen y rentabilidad.

Para muchas empresas, China no solo supone grandes volúmenes de compra, sino también la salida comercial para partes del animal que no encuentran demanda en el mercado europeo, lo que encarece aún más la operativa si se cierran esas puertas.

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