Una encuesta entre oficiales del Ejército revela descontento con el entrenamiento

Un 78% de los coroneles, tenientes coroneles, capitanes… consultados consideran que el Plan Anual de Preparación de sus unidades no garantiza que estén listas para el combate de alta intensidad

Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).
Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).
  1. Falta de acometividad e iniciativa
  2. “El combate es algo más” que técnicas
  3. Capacidad de decisión
  4. Encuesta a 251 oficiales y suboficiales
  5. A favor de los ejercicios de doble acción
  6. Mayoría abrumadora a favor de cambios
  7. Combate convencional de alta intensidad
  8. “Deshumanización del combate”
  9. Idea: enfrentar a una brigada con otra
Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).
Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).

“Existe una percepción generalizada de que la forma de adiestrarse en el Ejército de Tierra se podría mejorar”.

Es una de las conclusiones que apunta un capitán de Infantería, después de realizar un estudio entre 251 oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra acerca de su satisfacción con el sistema de adiestramiento que realizan las unidades militares.

El autor del estudio es Arturo Acero Espina. Actualmente está destinado en la Unidad Militar de Emergencias, pero pasó nueve años al mando de unidades de Infantería.

Como teniente mandó secciones de fusiles y de reconocimiento, y como capitán una compañía de defensa contracarro, en todas ellas de la Brigada ‘Almogávares’ VI de Paracaidistas (Bripac).

Falta de acometividad e iniciativa

El capitán Acero ha publicado un artículo en el número 987 (correspondiente a noviembre y diciembre de 2023) de la revista ‘Ejército’, con el título “El arte de adiestrarse y combatir”.

Este oficial comenzó a reflexionar sobre cómo se adiestran las unidades de Tierra en un ejercicio a nivel escuadra, que mandaba él en su etapa en la Brigada ‘Almogávares’ VI de Paracaidistas.

Consistía en el asalto a un edificio de dos plantas para eliminar al enemigo. “Siempre he tratado de inculcar en mis subordinados la acometividad, la agresividad y la iniciativa, pero a medida que se iban desarrollando los reiterados intentos de asalto algo no funcionaba. No había ni rastro de esos rasgos enunciados que permiten mantener la iniciativa sobre el enemigo”, detectó este oficial.

Sin embargo, los militares que hacían de “enemigo” en ese ejercicio ofrecían una imagen muy distinta: “Cambiaba de posición, se movía deprisa, buscaba sorprender, atacaba cuando veía una oportunidad y marcaba el ritmo del combate”.

Así que decidió alterar el ejercicio: “Ahora todos vamos a ser enemigos y que gane el mejor. De pronto querían ganar, se transformaron, se agudizó su ingenio, se hacían todo tipo de artimañas. No dejaron de lado su instrucción individual, pero los procedimientos se diluían en favor de la situación, canjeaban velocidad por seguridad cuando les hacía falta, combatían a la espera o pasaban a la ofensiva rápidamente si veían la oportunidad. Eran libres de aplicar lo aprendido sin responder a ninguna regla”.

 

“El combate es algo más” que técnicas

A partir de entonces, este oficial reflexionó sobre el programa o plan anual de preparación, que es el documento que establece las tareas que debe ser capaz de ejecutar una unidad militar operativa. A lo largo del año, realizan una serie de ejercicios con los que van cumpliendo con el plan anual de preparación.

Los objetivos de adiestramiento de esos planes no son sino técnicas, según el término que utiliza William S. Lind en ‘Manual de la guerra de maniobras’. Lind es un pensador conservador estadounidense, que ha teorizado sobre la “guerra de cuarta generación”.

“Estas técnicas son habilidades básicas que se deben desarrollar para rendir en combate. Por ejemplo, para un fusilero sería aprender a disparar o a moverse por el terreno. De igual modo, para un batallón, un paso de escalón, el cruce de un obstáculo, establecerse en defensiva o atacar una posición. Se trata en ambos casos de técnicas básicas, que, si bien son importantes, no deben constituir la piedra angular de la preparación”, apunta el capitán.

Arturo Acero introduce su primer lamento, el que le llevó a realizar un estudio sobre el adiestramiento en el Ejército de Tierra: “Estamos enseñando a nuestras unidades a realizar cometidos necesarios para el combate, pero el combate es algo más. Para enfrentarse al enemigo —naturalmente me refiero a la guerra convencional de alta intensidad, el escenario sin duda más difícil—, hace falta algo más que técnicas. Hay que educar las mentes de los oficiales y suboficiales en la toma de decisiones, en la guerra de maniobras”.

Capacidad de decisión

El hilo argumental de este oficial es que “la mayoría de los ejercicios de adiestramiento, especialmente aquellos orientados a la certificación de contingentes u organizaciones operativas, constan de una lista de incidencias (main events list-main incidents list, MEL-MIL) orientada a evaluar la ejecución de un procedimiento o una tarea…”.

Pero sin embargo “ningún oficial español verá llevada al límite su capacidad de decisión por muy complejos que estos «contratiempos» puedan parecer […]. Cualquiera que viese a un capitán de infantería mover un subgrupo táctico en un campo de maniobras, siendo capaz de mantener su despliegue, maniobrando con cierta celeridad, coordinando los fuegos e integrando capacidades aportadas por otras armas, pensaría que es un buen capitán al mando de una compañía con un alto nivel de adiestramiento. Pero no es suficiente, este capitán ha aprendido a «manejar» su compañía, domina la técnica del combate, no el arte de combatir”.

Encuesta a 251 oficiales y suboficiales

El capitán Arturo Acero decidió realizar una encuesta entre cuadros de mando del Ejército de Tierra, para así comprobar si la “carencia en el adiestramiento”, y su empeño en mejorar la calidad de ese adiestramiento, era sólo una preocupación suya.

Consiguió que en la encuesta participaran 251 oficiales y suboficiales. En la muestra incluyó a cinco coroneles, 16 tenientes coroneles, 14 comandantes…

La mitad, 127, fueron capitanes. También encuestó a 36 tenientes, y medio centenar de suboficiales entre brigadas, sargentos 1º y sargentos.

El autor del artículo destaca que “la mayoría de los encuestados” en los empleos inferiores “se encontraba ejerciendo el mando de unidades correspondientes a su empleo”.

Completó el estudio con una entrevista al jefe de la Sección de Planes (S5) de la Brigada ‘Guadarrama’ XII, un oficial diplomado en Estado Mayor.

A favor de los ejercicios de doble acción

La primera pregunta que les planteó a estos oficiales y suboficiales fue si consideraban que el número de ejercicios que realizaban al año con las unidades a su mando es suficiente, “estando las opiniones divididas prácticamente a la mitad”.

Les pidió también su opinión sobre el tipo de ejercicios que mejor adiestra a los militares: si los ejercicios “basados en incidencias (MEL-MIL) o los de espejo / doble acción, en los que el enemigo goza de libertad de acción”, como los que él había implantado en las unidades bajo su mando.

Aunque la frecuencia de utilización de cada tipo de ejercicio estaba muy equilibrada, “en cambio, al preguntar sobre cuál se consideraba más útil para el adiestramiento de su unidad, el 75 % de los encuestados aboga por los de espejo / doble acción”.

Mayoría abrumadora a favor de cambios

Las últimas preguntas buscaban conocer el grado de satisfacción de estos cuadros de mando con el sistema general de adiestramiento del Ejército de Tierra.

Según explica en su artículo el capitán Acero, “la penúltima cuestión preguntaba directamente si se consideraba adecuado el adiestramiento en el Ejército de Tierra”.

Los resultados fueron los siguientes: “Solo un 2% lo considera adecuado, frente a un 27% que dice que no lo es. El resto opina que son necesarios cambios en mayor (43%) o menor (26%) medida”.

Según el autor de esta investigación interna, esto apunta a “una cierta inconformidad con la manera en que se adiestran las unidades”.

Combate convencional de alta intensidad

La última cuestión era: “¿Considera que el cumplimiento de los objetivos de adiestramiento establecidos en el PAP [Plan Anual de Preparación] es garantía de la preparación de una unidad para el combate convencional de alta intensidad?”.

De nuevo, las respuestas no parecen muy alentadoras: “Un 22% respondió afirmativamente, frente a un 78% que dijo que no”.

Es decir, que tres de cada cuatro oficiales y suboficiales del Ejército de Tierra consultados, de una muestra de 251, considera que los planes actuales de adiestramiento no garantizan la preparación de las unidades para el combate convencional de alta intensidad, es decir, para el enfrentamiento bélico entre dos ejércitos regulares, como el que puede verse en la guerra por la invasión rusa de Ucrania.

“Deshumanización del combate”

Las conclusiones del capitán autor de esta encuesta interna son dos: que “existe una percepción generalizada de que la forma de adiestrarse en el Ejército de Tierra se podría mejorar”, y que, “a pesar de que una amplia mayoría de cuadros de mando piensa que es mejor tener un enemigo enfrente que goce de libertad de acción, se realizan más ejercicios con un sistema cerrado de incidencias o eventos”.

Achaca este problema a que el Ejército de Tierra aplica a unidades tácticas de menor entidad una directiva de la OTAN que favorece la estandarización de procedimientos y técnicas.

“Al aplicar este sistema —concebido con otro propósito— al nivel de las unidades tácticas de menor entidad, hemos terminado mezclando evaluación con adiestramiento. Se ha creado la necesidad de definir unos objetivos de adiestramiento que se correspondan con parámetros evaluables. […] Esta aplicación, a mi parecer desafortunada, ha llevado a estandarizar el adiestramiento”, lamenta.

E incide en que “las evaluaciones se han convertido en una especie de control de calidad en el que se miden parámetros objetivados. El resultado es la deshumanización del combate, perdiendo una parte subjetiva. El carácter de los hombres que conforman esas unidades, el instinto y la audacia, el conocimiento táctico, la experiencia basada en el adiestramiento realista… son potenciadores de la capacidad de combate”.

Idea: enfrentar a una brigada con otra

La propuesta de este capitán de Infantería es intentar diseñar unos ejercicios de adiestramiento de las unidades del Ejército de Tierra que introduzcan cambios, que no sean tan rígidos, que sean más realistas.

“Hablo, por ejemplo, de enfrentar una brigada a otra, con la división como moderadora. A menor nivel, que un grupo táctico se enfrente a otro, supervisados y controlado ambos por su cuartel general de brigada”, plantea, ya que “esto no está reñido con la consecución de los objetivos de adiestramiento, pues el escalón superior siempre puede forzar la ejecución de una técnica concreta, pero siempre mejor si es en una situación cambiante”.

Como ejemplo a seguir cita el curso Tactical Leadership Program (TLP), que organiza el Ejército del Aire en la base aérea de Los Llanos (Albacete) con otros países de la OTAN, y en el que los pilotos de aviones de combate simulan acciones reales de una forma que les obliga a poner a prueba “no solo su pericia como pilotos (técnicas), sino su capacidad de decisión en situaciones tácticas cambiantes al mando de formaciones aéreas”.

Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).
Ejercicio ‘Toro’ 2022 del Ejército de Tierra (Foto: Flickr Ejército de Tierra).

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