La Guardia Civil cambia sus motos y estalla la polémica: el fallo que lo complica todo

La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil ha iniciado un cambio clave en su flota de vehículos. Las nuevas motos entregadas a los agentes prometían fiabilidad y comodidad, pero la realidad sobre el asfalto ha generado una intensa polémica interna.

Desde hace semanas, la preocupación por la seguridad y el rendimiento de estos vehículos va en aumento. Algunos agentes incluso comparan esta situación con fallos ya vividos en el pasado. ¿Qué está ocurriendo con las nuevas motos?

La nueva moto de Tráfico que divide a los agentes
La nueva moto de Tráfico que divide a los agentes

Un cambio necesario que no convence

La renovación de la flota de motocicletas de la Guardia Civil de Tráfico era una prioridad para Interior. El paso del tiempo había dejado anticuados muchos de los modelos utilizados por los agentes en carretera. Con este nuevo lote de motos, se esperaba mejorar la operatividad, el confort y la seguridad de los motoristas.

El modelo elegido ha sido una Honda trail de gran cilindrada, ampliamente reconocida entre usuarios particulares por su fiabilidad mecánica. Sin embargo, la adaptación al servicio policial ha provocado múltiples quejas. Según han denunciado varios agentes, la experiencia sobre estas motocicletas está lejos de lo esperado.

Problemas de estabilidad a alta velocidad

Fallos críticos durante maniobras de riesgo

Una de las principales quejas se centra en la inestabilidad del vehículo en curvas o en conducción a alta velocidad. Los agentes reportan vibraciones notables y una falta de firmeza preocupante al maniobrar. Esta situación puede poner en grave riesgo tanto al conductor como a otros usuarios de la vía durante actuaciones de emergencia o persecuciones.

Este comportamiento, según los agentes, contrasta con la firmeza y seguridad que ofrecían los modelos anteriores, muchos de origen alemán. El cambio ha sido tan brusco que ya se escuchan frases como “donde estén las alemanas que se quiten las japonesas”.

Ergonomía y diseño poco adaptado

Otro punto conflictivo es la postura de conducción. Al tratarse de un modelo diseñado para uso civil y no policial, la ergonomía no responde a las necesidades de los agentes, que pasan horas sobre la moto. Los dolores de espalda, el cansancio acumulado y la sensación de incomodidad son constantes en sus jornadas de trabajo.

Equipamiento deficiente y accesorios mal integrados

Visibilidad y carga comprometidas

El diseño del equipamiento adicional también genera dudas. Las maletas laterales no están bien integradas, lo que dificulta las maniobras. Además, el sistema de iluminación adaptado no proporciona una visibilidad adecuada, un aspecto esencial para operaciones nocturnas o en condiciones adversas.

Este tipo de detalles compromete la eficacia de los agentes en intervenciones rápidas. En carretera, cada segundo cuenta, y contar con un vehículo que responde al 100 % es clave para evitar situaciones críticas.

Un antecedente que se repite

La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil ya vivió una situación similar en el pasado. Honda intentó introducirse anteriormente en el parque móvil del cuerpo, pero los problemas técnicos detectados entonces llevaron a descartar su implantación. Ahora, la historia parece repetirse, con un nuevo intento fallido.

Varios agentes han mostrado su preferencia por las motos anteriores, en especial por modelos de fabricantes alemanes, considerados más estables, seguros y confortables para el tipo de trabajo que realizan.

Sin solución a corto plazo

Pese a las protestas internas, por ahora no se ha anunciado ninguna revisión del contrato ni una retirada de las unidades ya entregadas. Los agentes continúan patrullando con estos vehículos, pero la tensión interna sigue creciendo, mientras se esperan posibles ajustes o incluso una rectificación del Ministerio del Interior.

La seguridad de los motoristas de Tráfico es un pilar básico de su labor. Por eso, la polémica por las nuevas motos va mucho más allá de una simple incomodidad: se trata de garantizar que quienes protegen nuestras carreteras cuenten con los mejores medios posibles.

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